Decepcionado, el payaso Tiririca dijo que dejará de ser diputado en Brasil

Fue símbolo del descontento de la población y llegó al Congreso en 2010 como el legislador más votado. Afirmó sentir “vergüenza” de lo que vio en sus años en la cámara baja.

Tiririca, el payaso de circo que fue el diputado más votado del país en 2010 y reelegido en 2014, anunció hoy, en su primer discurso en la Cámara Baja, que abandonará la vida institucional “decepcionado” tras siete años en la función de legislador.

“Subo a esta tribuna por primera y última vez. No por muerte, sino porque abandono la vida pública porque estoy decepcionado”, dijo el payaso Tiririca, diputado del derechista Partido de la República. El mandato de Tiririca vence en diciembre de 2018 pero anticipó que no se presentará a una nueva reelección, luego de haber sido expresión del descontento de los votantes que lo eligieron como rechazo a las opciones tradicionales en las dos elecciones pasadas.

El payaso sorprendió a los pocos diputados que había en el pleno y subió a la tribuna, todo un acontecimiento ya que nunca en siete años había dado un discurso. “Salgo de la vida pública decepcionado pero con la frente en alto. Estoy saliendo de este cargo muy molesto. Después de lo que vi durante siete años siento vergüenza, no de todos, porque hay gente buena aquí”, les dijo Francisco Everaldo Oliveira Silva a sus colegas.

El humorista dijo que sufrió con el prejuicio de muchos políticos tradicionales. “Ganamos buen dinero para trabajar acá, nos dan departamento, viáticos. Siempre trabajé seriamente, pensando en el pueblo, no hice mucho pero hice por lo que estoy siendo pago. No se puede hacer mucho porque la mecánica parlamentaria es algo loco”, agregó.

Siete años después de haber asumido el cargo de legislador, dijo que la política no es para él y que no renunciará un año antes de finalizar su mandato, sino que desistirá de presentarse a una nueva reelección.

El discurso se produjo horas después de que la firma Datafolha divulgara una encuesta que indica que el Congreso es considerado malo o pésimo por el 60 por ciento de la población, batiendo el récord de imagen negativa desde 1993.

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