El cine coreano vive un auténtico “boom”, pero antes del actual auge, una serie de películas y sus directores marcaron el rumbo que desembocó en el momento de estos años.
Los antecedentes de este presente esplendor podrán verse en el ciclo Tres clásicos del cine coreano, que se llevará a cabo a partir del jueves 6 de mayo en la plataforma del Ministerio de Cultura y la web del Complejo Teatral de Buenos Aires.
El programa está integrado por tres largometrajes que demuestran la “enorme vitalidad y diversidad de la producción cinematográfica de la República de Corea en las décadas previas al reciente “boom” del cine surcoreano”, indicaron desde el Complejo Teatral. Se exhibirán, en copias restauradas por el Korean Film Archive, el policial social y político El último testigo, de Lee Doo-yong, La madre alquilada, del prolífico Im Kwon-taek, y la obra maestra de Hyun-mok, La bala perdida.
Podrá accederse a las proyecciones de la Sala Leopoldo Lugones virtual en la plataforma del Ministerio de Cultura y la web del Complejo Teatral de Buenos Aires. Cada título estará disponible durante siete días.
Jueves 6 de mayo. La bala perdida (Obaltan; República de Corea, 1961, 110’)
Dirección: Yu Hyun-mok. Con Choi Mu-ryong, Kim Jin Kyu, Moon Jeong-suk.
Usualmente citada como una de las mejores y más importantes películas en la historia del cine coreano, La bala perdida describe la dura vida de posguerra en la capital coreana centrándose en la existencia cotidiana de un hombre y la compleja relación con su esposa, su hermano y su madre. Realista, crudo y al mismo tiempo poético, el film fue estrenado en 1961 en su país de origen para ser prohibido pocas semanas después por el gobierno dictatorial. Fue gracias a su presentación en el Festival de San Francisco dos años después, y al hecho de que esa copia nunca fue devuelta, que La bala perdida no se transformó en un título perdido para siempre.
“Un dolor de muelas o los gritos de una abuela demente no son más que el síntoma evidente de una fractura que condena a muchas de sus víctimas a la más absoluta desesperación. Una película tan incómoda que poco después de su estreno fue censurada por sus presuntas ‘simpatías con el enemigo del norte’ y que es necesario redescubrir”. (Jaime Pena, catálogo del 19° Bafici).
Jueves 13 El último testigo de mayo (Choihui jeungin; República de Corea, 1980, 158’)
Dirección: Lee Doo-yong.
Con Ha Myeong-jung, Jeong Yun-hie, Choi Bool-am.
El detective Oh sale en la búsqueda del responsable de la muerte de Yang, asesinado a golpes en una tranquila ribera sin motivo aparente ni testigos del hecho. Mientras deambula por el paisaje invernal de la provincia de Jeolla y Seúl se ve atrapado en una historia de traiciones y crímenes. La censura en el momento del estreno eliminó casi cincuenta minutos del metraje total, restaurados varias décadas después.
“El último testigo es mucho más que una simple historia de detectives. Filmada poco después del asesinato del presidente Park Chung-hee en 1979, la película encarna un esfuerzo por confrontar y desenterrar el turbulento pasado de Corea del Sur. Esa intención se puede leer en una placa de apertura sorprendentemente directa y firmada con el nombre del director: ‘Quiero hablar con franqueza acerca de la verdad y las mentiras del pasado a través de los tenaces esfuerzos de un detective para proteger a los inocentes. Tanto la historia como las imágenes son oscuras. Espero que esa oscuridad desaparezca en la década de 1980’.”. (Darcy Paquet, Far East Film Festival).
Jueves 20 La madre alquilada de mayo (Sibaji; República de Corea, 1987, 100’)
Dirección: Im Kwon-taek.
Con Kang Soo-yeon, Lee Gu-sun, Yun Yang-ha.
Durante la dinastía Yi, hacia finales del siglo XIX, un noble llamado Shin descubre que su esposa Yun no puede tener hijos. Preocupados por no tener heredero, la familia les presenta a Ok-nyeo, una joven campesina, para que haga las veces de madre sustituta. Pero desde el inicio el noble y Ok-nyeo se sienten atraídos mutuamente, despertando los celos de Yun. Ganadora del premio a Mejor Actriz en el Festival de Venecia para Kang Soo-yeon, La madre alquilada utiliza los mecanismos del melodrama clásico para construir un retrato de la obsesión por la descendencia masculina y el culto hacia los ancestros presentes en la familia coreana tradicional.
“Im Kwon-taek critica el patriarcado y la superstición que gobernaba la vida de la gente en aquellos tiempos, destacando el hecho de que, en realidad, todos los protagonistas son víctimas de esas reglas. En un sentido más amplio, el film también describe las privaciones y dolores que las mujeres debían soportar durante una vida que les ofrecía muy poca libertad de acción”. (Panos Kotzathanasis, HanCinema).