Tony Sirico falleció este viernes a los 79 años, tras una carrera de más de cuatro décadas en series y películas y el recordado papel de Pauli Gualtieri en “Los Sopranos”, en la que encarnó a un italiano miembro de la mafia en Estados Unidos, tan vehemente como fundamentalista de sus creencias, un papel más cercano a su vida que a la ficción.
La vida de Sirico, al menos en sus comienzos, pareciera haber inspirado varios de los papales que más tarde le tocó interpretar. Hijo de inmigrantes italianos, nació en Brooklyn y desde muy joven se asoció al hampa, al punto de haber sido arrestado 28 veces. Además, se lo ha vinculado como miembro del clan Colombo, una de las familias más relevantes de la mafia estadounidense.
Esa culpa y búsqueda de redención es algo que se lleva adelante en “Los Soprano” y el gran tema de la filmografía de Scorsesse, primer gran director que lo citó a Sirico.
Tras haber debutado en 1974 en el drama mafioso “Crazy Joe”, de Carlo Lizzani, tuvo participaciones menores en series como “Kojak” o películas como “Violencia Calljera”, de John Flynn, o “The Galucci Brothers”, de Murray Magder, en la cual tuvo su primer coprotagónico.
A partir de ese momento, sus colaboraciones fueron en ascenso, con películas de Woody Allen como “Poderosa Afrodita, “Balas sobre Nueva York” y “Café Society”. Pero la fama mundial llegó con el papel de Pauli, aunque Sirico había audiciondo para el de Corrado Soprano, más conocido como “Uncle Jun”, el tío de Tony Soprano, rol que finalmente quedó en manos de un sobresaliente Dominic Chianese.
El personaje de Gualtiere le aportaba esa cuota de humor que el grupo de pandilleros necesitaba para digerir la violencia en la que estaban sumergidos. Quedará en la memoria la escena en la que entra a una moderna cadena de café e, indignado por la herejía para con sus raíces italianas, se roba una cafetera Volturno.