La capacidad de Disney para sacar franquicias de cualquier rincón no la tiene nadie en Hollywood, aunque hoy Mattel tenga ambiciones parecidas con el universo plastificado que quiere edificar desde Barbie. Antes de que las IPs se convirtieran en el gran activo de Hollywood para paliar batacazos, huelgas de guionistas y burbujas del streaming que estallan, la Casa del Ratón empezó a explotar un filón que pocos podían permitirse: realizar películas a partir de las atracciones más icónicas de sus parques temáticos. Mansión embrujada es el último ejemplo.
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017)
Aunque el más famoso y prolífico para Disney es, evidentemente, Piratas del Caribe. La saga que mejor ha demostrado cuán lucrativo puede ser darle un lecho argumental a un recinto de Adventureland lleno de animatrónics y canciones pegadizas. Piratas del Caribe nos ha dado muchas alegrías, pero es mejor pasar por alto que su última película hasta la fecha (con Javier Bardem de villano) es un bodrio formidable.
La gran aventura de Beary (2002)
Piratas del Caribe, eso sí, no fue la primera película en buscar su origen en Disneyland. Antes la Casa del Ratón partió de otro espectáculo de animatrónics: los Country Bears, osos antropomórficos que tenían montada una banda de country. El film resultante no es que fuera muy bueno, pero tiene su encanto ver cómo ante la falta de asideros narrativos le copiaba el planteamiento al éxito reciente de Casi famosos.
La mansión embrujada (2003)
Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra eclipsó por completo la otra película-atracción de su año, que partía de una recordada casa del terror inspirada en la iconografía de Louisiana. Eddie Murphy interpretaba a un padre de familia workaholic a punto de aprender una lección entre los muros de una mansión lo bastante icónica como para generar veinte años después (y sin que nadie tuviera especialmente buen recuerdo de la primera) un reboot manteniendo la ambientación.
Mansión embrujada (2023)
Perdiendo el “la” del título, Mansión embrujada deja más o menos el mismo sabor en la boca que la versión de Murphy: un entretenimiento agradable, sin demasiada imaginación pero con unos decorados ocurrentes. El film que dirige Justin Simien puede presumir por otro lado de tener un reparto lleno de gente carismática, desde Lakeith Stanfield a Owen Wilson pasando por Danny DeVito o Tiffany Haddish.
Piratas del Caribe: En el fin del mundo (2007)
Gore Verbinski no pudo negarse a terminar la trilogía que él mismo había empezado con La maldición de la Perla Negra, pero a En el fin del mundo se le notaba que ya andaba muy cansado del asunto. Sin caer en las cotas de horror de La venganza de Salazar, esta tercera entrega es un lío de personajes y lealtades que no logró estar a la altura de las películas previas, aunque gracias al taquillazo a Disney no le importó gran cosa.
Piratas del Caribe: Navegando en aguas misteriosas (2011)
Igual es buen momento para reivindicar la película que Rob Marshall dirigió poco después, convirtiendo Piratas del Caribe en una tetralogía donde Jack Sparrow era el único protagonista claro. Le acompañaban Penélope Cruz e Ian McShane como memorable Barbanegra, puliendo una superproducción solvente y centrada, a la que solo le sobraba el romance entre sirena y humano más soso de la historia de los mares.
Jungle Cruise (2021)
Según vio que la marca Piratas del Caribe no daba más de sí, Disney empezó a examinar otras atracciones de sus parques para ver cuál era más susceptible de dar pie a una aventura familiar. Se decidió por Jungle Cruise, aquel crucero por ríos selváticos que en el cine pilotaba Dwayne Johnson acompañado de Emily Blunt. Su química era lo mejor de una película divertida, donde todos parecían pasárselo en grande.
Piratas del Caribe: El cofre de la muerte (2006)
Aun sin igualar a la primera entrega, El cofre de la muerte es una colosal comedia de aventuras que retiene todo el encanto de sus personajes para propulsarlo a sus cotas más espectaculares y excéntricas. Todo en forma de set pièces larguísimas, como Hollywood solo podía hacer en la primera década de los 2000. Basta solo con ver la huida de Sparrow de los indígenas, o el duelo a tres encima de una noria.
Tomorrowland (2015)
Tomorrowland no es una atracción, sino toda una zona de los parques de Disney de ambientación futurista homenajeando a los científicos. Sus diseños fueron regurgitados de cierto plan megalómano del viejo Walt (EPCOT, la ciudad del futuro), y cuando el proyecto pasó a manos de Brad Bird nos topamos con una de las películas más fascinantes de la última etapa de Disney. Un tributo al poder de la imaginación y al optimismo que trasciende con mucho sus miserables mimbres de feria.
Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra (2003)
Para qué nos vamos a engañar, Disney nunca ha producido un blockbuster como el primer Piratas del Caribe. Un festival para los sentidos donde todo brilla con algo parecido a la magia: nunca Johnny Depp ha estado tan bien haciendo sus mohines, nunca se han rodado duelos a espada con tanta clase, nunca se ha combinado con tanto virtuosismo terror, comedia y aventura quintaesencial. Un milagro.