Diego Capusotto incursiona nuevamente en el cine, esta vez en “27-El club de los malditos”, de Nicanor Loreti, un thriller con toques de ficción fantástica que se estrena el próximo jueves y en el que interpreta a un detective de la policía que tiene como misión desenmascarar a una organización cuyo fin es destruir a ídolos del mundo del rock de 27 años.
Loreti, uno de los cultores locales del cine de género más respetado, ya había dirigido a Capusotto en dos de sus más aplaudidos éxitos, “Kryptonita” y la serie “Nafta Súper” y la elección para este personaje no es casual, porque el creador de personajes como Bombita Rodríguez y Pomelo es un amante del rock and roll.
Capusotto, aquí acompañado por Sofía Gala, es una de las figuras más importantes aportadas por la televisión argentina en la última década, convertido en un ídolo de un vasto sector de público qué busca ideas detrás del humor de gags.
En relación con este estreno que lo tiene nuevamente de protagonista en la pantalla grande, en diálogo con Télam, Capusotto habló sobre su trabajo en cine y en televisión y las particularidades de este nuevo trabajo, en el que encarna a un detective policial.
¿Cuál es la diferencia entre hacer cine y televisión?
Hay una posición expresiva que en este caso puede darse con el personaje que tengas que hacer en el cine. Teniendo en cuenta que el programa de televisión es más autogestivo, tanto de mi parte, de Pedro (Saborido) y del grupo que lo hacemos, hay una idea que parte de nuestra voluntad, de nuestro deseo, y después eso se efectiviza.
En cine eso cambia…
En el cine instalarte en la dinámica del personaje es más complejo porque se puede empezar con una escena que a veces es el final de la película. Tenés que estar dos o tres días para estar más vinculado con el personaje. Con el programa tenemos un ejercicio que es el de una banda que se reúne todos los días para tocar. En el cine es más agotador porque son más horas de trabajo y hay elementos técnicos qué hablan y definen cómo
hacer ciertas cosas, por lo que vos también tenés que estar a disposición. Hay como un suspenso entre lo que vos hacés y lo que queda, que es algo que a mí particularmente me gusta, lo disfruto. Por lo menos yo lo disfruté cuando vi la película terminada. Hay algo muy mágico, hay una contundencia cuando la ves terminada. Es algo que también te pasa cuando soy espectador: son como energías distintas que a veces confluyen.
¿Se puede manejar al público?
Se dice que cuando uno termina de hacer algo, cuando un programa se edita o sale el aire, deja de pertenecerte. Hay algo que es mirado y lo que pasa ya pasa en el otro, pasa a ser un misterio que nosotros no podemos descifrar y que no sería correcto hacerlo. Después tenemos la respuesta en la calle.
Hay mucha gente que cuando va a ver una película tuya espera lo mismo que haces por televisión…
Creo que hay una especie de malentendido que es inmodificable. Siempre va a pasar eso. No todos los que van a ver una película piensan lo mismo. Si yo voy a ver una película donde labura Mike Jagger no pienso que voy a ver una película sobre el cantante de los Rolling Stones. Hay que ver, porque capaz que hace de Jagger en una historia que también es interesante. No es el caso de esta película, y si alguien va a ver lo mismo de la televisión va mal predispuesto. Los deseos, las proyecciones de los demás es algo inmanejable Yo ya aprendí que esas cosas son así, no circula todo como uno quiere sino que depende de la voluntad de otro, y el otro a veces es inabordable y uno no le va a decir al otro cómo tiene que ver lo que uno hace, así que allá ellos con su imaginario.
Un thriller…
Un caso policial más, pero después la película deriva para un lugar más fantástico. Hay una historia, en la que mi personaje parte de ella pero no direcciona la historia, sino que la historia lo supera. Todo lo que pasa desborda a mi policía, y también al espectador, en otros términos.
Cómo te llega el libro de la película y cómo lo ves vos por primera vez
Loreti tuvo una idea y se conectó con un cineasta como Alex Cox, el autor de “Sid & Nancy”, que vio el guión, le pareció interesante y le agregó algunas cosas. Ya había trabajado con Nicanor y tenemos empatía. Me involucré de la mejor manera y la pasé muy bien. Con Sofía (Gala) hay una empatía no sólo trabajando sino personal. Con Daniel Aráoz, Willy Toledo y Yayo, la mejor onda. Se armó un grupo con el que la pasamos muy bien. Eso estaba más presente que cómo iba a terminar la película.
¿Y tu personaje?
Me pareció un personaje que estaba ligado a una cosa más cachivache ni siquiera tiene una revelación fraternal con la propia institución, casi un lumpen oficializado. Me divierte jugar ser otro, como cuando era chico, y además que te paguen por jugar. Un juego en donde puede haber una sustancia anárquica, en el que te vas apropiando de la realidad y terminas siendo la realidad aunque tengas pautas, de que sos un policía y quienes te rodean son cómplices. Si vos querés jugar a otra cosa y no tenés aliado, cagaste, como cuando sos chico y querés ser Superman y los demás te miran como diciendo que sos un pelotudo.
¿La complicidad en el trabajo es fundamental?
Estamos todos en la misma y podemos hablar de lo que ocurrió el día anterior y a los cinco minutos estás convertido en un policía que se pelea con el otro, que lo maltrata, y poco antes estábamos charlando. Todavía no lo entiendo pero me gusta. A lo mejor estaría bueno no saber que uno es actor.
¿En 2018 volvés para hacer cosas…?
Volvería hacer radio, volvería a hacer teatro con Pedro, hay cosas que van a volver seguramente. Está nuestra intención de hacer cosas, siempre con Pedro, sea el formato que sea.
(Télam)