“Van llegando” y “Raros peinados nuevos” son los libros recientes que reúnen poemas y cuentos de 41 escritores sub 32, cuyos textos resultaron ganadores de la última Bienal de Arte Joven porteña, realizada el año pasado.
Como la convocatoria fue universal, los escritores seleccionados tuvieron procedencias muy diversas: Isla Verde en Puerto Rico; Nueva Jersey en los Estados Unidos; Montevideo en Uruguay; Linhares en Brasil; Bogotá, Colombia; o Santa Fe, Tucumán, Puerto Belgrano, Buenos Aires, Zárate y Mar del Plata en la Argentina.
Los jurados de la Bienal, organizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y cuyas actividades tuvieron sede en el Centro Cultural Recoleta, fueron el escritor Martín Kohan, la traductora Laura Wittner y los editores Mariano Valerio, Francisco Garamona y Leonora Djament; los dos últimos en representación de los sellos Mansalva y Eterna Cadencia, que publicaron el poemario y los cuentos, respectivamente.
Estos libros muestran un panorama ecléctico de la lírica y narrativa actuales, una escena literaria que Witner, prologuista de “Van Llegando”, definió como cimentada en “pares contradictorios de convicción y tanteo, capricho y duda, ímpetu y languidez”; y en la que el cuento “está vigente, seduce e interesa”, según escribe Kohan en el prólogo de “Raros peinados nuevos”.
Cuáles son las marcas distintivas de esa literatura joven es algo sin respuesta para Witner. “Cuál es la juventud”, se pregunta en todo caso, en el texto que precede los poemas, si la de los 18 o la de los 32, “la que está ahí donde todo empieza o donde todo termina”.
En el poemario “hay más infancia revisitada y mundo analizado que penas o declaraciones de amor”, más “conciencia lingüística y ensayo de recursos que apego a una jerga”, así como un intento de definición donde se perciben tanto las “presencias tutelares de poetas contemporáneos” como la búsqueda del “registro propio”, anticipa Witner sobre los 20 poemas seleccionados.
“Como en cualquier antología, en cualquier edad, hay un poco de cada cosa”, señala Witner y ahí entra Julian Berenguel con “Barrio”, por ejemplo, donde escribe “Tal vez/ la familia sea eso:/ una fábrica abandonada/ en donde la naturaleza/ ordena todas las cosas./”.
“Junto con todos los jurados nos propusimos encontrar a las y los poetas que tuvieran algo así como el ‘tono’ de esta época” y armar el libro “con una lógica puramente musical y aleatoria”, consignó a Télam Francisco Garamona desde Mansalva.
Así se suceden poemas “calmos, breves y reflexivos” como los de Joaquín Zuanich, apunta Witner, otros “de decir pausado y ojos bien abiertos” como los de Julieta Troielli, Paula Galindez, Laura Junowicz o Delfina Uriburu, poemas en “prosa, íntimos, físicos” donde se destaca la voz de Josefina Salazar y otros de “la cotidianeidad como agente de pensamiento”, en los que se inscriben Sofía LeBlanc o Triana Leborans.
“Todos éramos jóvenes,
nuestras mascotas estaban vivas
y la mayoría de los días
eran ideales para ir a la playa”
* Gustavo Yuste en “Olor a sol”
“Los perros corren salvajes,
se meten entre los juncos,
abren umbrales con su velocidad.
Nosotras vamos caminando,
siguiendo el sendero
que construyeron los hombres”
* “En el río”, de Micaela Piñeiro
“Como en la música, la estructura se fue armando un poco sola -dijo Garamona-. Lo que va llegando son las nuevas generaciones de poetas. Es muy lindo pensar que algunos de esos poetas van a escribir la gran poesía de mañana, su aporte es frescura, dinamismo, trabajo y emoción”.
La lista de los poetas seleccionados para “Van llegando” se completa con Fernanda Mugica, Gabriela Pignataro, Rita Chiabo, Larisa Palacios, Larisa Cumin, Antonella Romano, Juan Manuel Artero, Alex Piperno y Nicolás Ghigonetto.
Tampoco es posible señalar una característica común en los 21 cuentos que fueron ordenados alfabéticamente en “Raros peinados nuevos”, comenzando por “Polígono”, de Martín Borches, hasta “El canto de la tierra”, de Martín Sporleder.
“Los cuentos que seleccionamos y todo lo que leímos hablan de una enorme heterogeneidad que muestra tiempos donde no predominan determinadas corrientes estéticas, escuelas o tendencias literarias, sino que la literatura explora con vitalidad renovada géneros, sintaxis, estructuras y los límites mismos de la literatura”, dijo Djament desde la editorial Eterna Cadencia.
Ahí se inscriben “Enroscada”, de María Scaia; “La nieve de los cuerpos”, de Martín Jali; “Ladrillos impares”, de Mariana Komiseroff; y “criatura la”, de Santiago Molina Cueli son algunos ejemplos.
“Una de las etapas más estimulantes de todo el proyecto fue la de las discusiones con los jurados sobre cada uno de los cuentos -agregó Djament-, fue un momento de reflexión y aprendizaje y, por sobre todo, nos interesaba el valor literario, la apuesta estética de cada texto”.
“Todos los proyectos que sirvan para conocer y dar difusión a nuevas escrituras me parecen valiosísimos”, dijo la editora, porque “si bien en los últimos años es relativamente más fácil publicar primeros libros que hace 20 o 30 años, sigue siendo un camino árido presentar un manuscrito”.
“Estamos en una época en la que publicar resulta relativamente accesible y tal vez nunca lo estuvo tan al alcance de autores inéditos como lo está ahora -coincidió Kohan-; no obstante, y pensando en autores jóvenes, no deja de ser valiosa una iniciativa como la de este premio, en tanto dar visibilidad a escritores que, en general, apenas comienzan a publicar o no lo habían hecho todavía”.
Entre esos primeros textos están “Como una rata”, de Miguel Bruno, “Los jabalíes”, de Franco Calluso; “Laundry”, de Mariel Leite Escobar; “Leandra”, de Juan Gabriel Miño, “Después del penúltimo cigarro”, de Juan Agustín Otero; “Lo electrodoméstico”, de Vanesa Pagani, o “Taller literario” de Blas Rivadeneira.
Para Kohan, lo común en estos textos es su diversidad y por eso tampoco cree que se pueda pensar en una historia o un escenario que los englobe, “son muy distintos entre sí, en parte porque lo fue el material que recibimos, y en parte porque en nuestro trabajo como jurados intentamos dar cabida a nuestra propia diversidad de criterios”.
En una escena literaria donde la desestimación del cuento como género se había convertido en todo un lugar común, “que supuestamente no interesaba, que no vendía, etcétera -agregó Kohan-, es grato comprobar que hay un motor de escritura y de lectura que no parece depender de lo que presumiblemente interesa, ni de lo que se dice que vende”.
Es más, “pareciera que el género se puso de moda en los últimos dos o tres años, sobre todo gracias a libros que han tenido una muy buena recepción como los de Samanta Schweblin, Federico Falco o Mariana Enríquez -agregó Djament-, aunque siempre tuvo un gran recibimiento por parte de lectores, crítica y libreros”.
Los demás cuentistas publicados en “Raros peinados nuevos” son Juan Pablo Castro Brunal con “Tres hermanas”, Santiago Clément con “El manicomio”, Guido Gamba con “El distrito”, Micaela Gonzalo con “La casa de Cristina”, José Mariano Pulfer con “Encuentros cercanos”, Nahuel Repetto con “Carta a mamá” y Juan Ignacio Sapia con “La experiencia Tracketk”.
(Con información de Télam)