El presidente de Corea del Sur estrechó hoy su mano con la hermana del líder de Corea del Norte y atletas sur y norcoreanos marcharon juntos en la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno 2018, en un hito histórico para las dos Coreas desde la devastadora guerra inconclusa que las dividió, hace casi siete décadas.
La ceremonia de apertura, que comenzó con un impresionante despliegue de fuegos artificiales en una gélida noche en el montañoso condado surcoreano de Pyeongchang, proyectó al mundo una muestra de unidad intercoreana tan excepcional como inesperada en una península fracturada por generaciones de odio y desconfianza.
En un momento impensado apenas días atrás, la hermana del líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, estrechó su mano con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, mientras ambos miraban desde el palco principal un elaborado espectáculo de luces, sonido y actuaciones artísticas y deportivas en el campo de juego del estadio.
Minutos después, las cámaras de TV y de los fotógrafos hicieron foco en otro instante asombroso: el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, sentado una hilera por delante de la hermana de Kim y del presidente honorífico norcoreano, funcionarios de dos países que muchos temen podrían estar a las puertas de un conflicto nuclear.
No mucho más tarde, atletas surcoreanos y norcoreanos ingresaron al Estadio Olímpico de Pyeongchang marchando juntos, cerrando el desfile de las delegaciones de deportistas con rostros jubilosos y ondeando la bandera de la unificación, de fondo blanco y con la península coreana en azul en su centro.
Una gran ovación retumbó en todo el estadio ante el ingreso de los atletas coreanos.
Luego de la primera marcha olímpica conjunta de las dos Coreas desde 2007, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, dejó su puesto en podio central a Moon, quien declaró el inicio oficial de los Juegos.
Kim Yo Jong, una figura de creciente influencia que maneja la imagen de su hermano, es una de los 500 integrantes de la delegación que Corea del Norte envió a los Juegos, y es la primera miembro de la dinastía que gobierna el Norte hace tres generaciones en pisar suelo del Sur desde el fin de la Guerra de Corea (1950-1953). Además, la delegación está encabezada por el presidente honorífico Kim Yong Nam, el funcionario norcoreano de mayor rango que jamás haya visitado Corea del Sur, quien también estrechó su mano con Moon en una recepción previa a la apertura que incluyó una cena de todos los invitados especiales.
Las dos naciones vecinas y rivales también formaron un equipo conjunto de hockey femenino integrado por 23 surcoreanas y 12 norcoreanas. “Atletas de las dos Coreas trabajarán juntos por la victoria, y eso resonará y será recordado en los corazones de toda la gente del mundo como un símbolo de paz”, dijo Moon durante la recepción previa a la ceremonia de inauguración.
La presencia de Pence en los Juegos Olímpicos ha generado ciertas expectativas de un encuentro con algún funcionario norcoreano, algo que según las partes no está en agenda pero que ninguna tampoco ha descartado de plano. El vicepresidente de Trump dijo que fue enviado a los Juegos en parte para garantizar que el mundo no pierda de vista que Estados Unidos considera a Corea del Norte un país de mala conducta y peligroso contra el que impuso este año varias tandas de nuevas sanciones por su programa de desarrollo de misiles y bombas nucleares.
Al llegar ayer a Seúl, Pence expresó a Moon las preocupaciones de Trump por su tono más conciliador hacia el Norte y advirtió de la “propaganda” que el régimen comunista podría desplegar durante el evento deportivo.