River Plate se consagró esta noche campeón de la Supercopa Argentina al vencer a Boca Juniors por 2 a 0 en el estadio Malvinas Argentinas, de Mendoza, donde golpeó en los momentos justos y además tuvo en Franco Armani a un arquero que se vistió de héroe para la ocasión, apareciendo con cuatro atajadas que valieron un título.
Boca pareció empezar con el pie izquierdo esta definición desde ayer mismo, cuando sorteó innumerables inconvenientes en su viaje a Mendoza por problemas en los dos aviones que finalmente lo terminaron transportando hasta suelo cuyano.
El partido se jugó dentro de los carriles esperados, con Boca tratando de asumir el protagonismo y River bien parado en su campo y saliendo con una transición rápida por los costados, pero fundamentalmente apoyado en la gestión del retornado Gonzalo Martínez.
El Millonario era más ordenado, con una prodigalidad de sus jugadores para luchar cada pelota como si fuera la última, pero sin olvidarse nunca del arco de enfrente.
El que intentaba erigirse en el dueño de la pelota en los “xeneizes” era entonces Edwin Cardona, pero en su búsqueda por hacerse del balón bajaba hasta su propia área, y eso le resultó fatal pasado el cuarto de hora de esa etapa inicial cuando le hizo “mancha” a Ignacio Fernández en la espalda y el volante riverplatense se tiró en la ruta hacia un penal que el árbitro Patricio Loustau “compró” y el “Pity” Martínez convirtió.
De ahí hasta el final de la etapa se vio entonces lo mejor de River, dominando el partido desde lo posicional, desde la posesión y circulación, y fundamentalmente desde lo anímico.
Es que la pelota empezó a pasar por los ágiles pies de “Nacho” Fernández y el “Pity” Martínez con mayor frecuencia que por los de Cardona, mientras Cristian Pavón era un manojo de intentos individuales por lo general infructuosos.
Pero como estas finales, según el folclore futbolero “se ganan y no se merecen”, el técnico de River, Marcelo Gallardo, tomó este slogan al pie de la letra y apenas superados los 20 minutos del segundo tiempo ya había realizado los tres cambios, sobre todo porque ese lapso fue lo mejor de Boca en el partido.
Pero en ese tiempo, paradójicamente, fue cuando River se quedó con la Supercopa por la inconmensurable tarea de Armani, que sacó cuatro “goles hechos” a Pavón, Cardona, Fabra y Nández.
Las últimas dos tapadas fueron con los pies y en la misma jugada, cuando acababa de entrar Ignacio Scocco por un imperceptible Lucas Pratto, y tras el último rebote “Nacho” Fernández tomó el balón y se lo llevó hasta el área rival, se lo cedió por la derecha a Martínez, que enganchó ante Fabra y jugó al medio para que el recién ingresado ex Newell’s, en la primera pelota que tocaba, liquidara el partido.
Iban 24 minutos pero ya Boca no volvería a pisar con riesgo el área riverplatense, evidentemente “shockeado” por esa segunda conquista de su rival que fue un verdadero golpe de “nocaut” para los de Guillermo Barros Schelotto, que diferencia de su colega riverplatense solamente realizó un cambio, haciendo ingresar a un delantero que él no quiere como Ramón Ábila por Leonardo Jara. Pero ya era muy tarde.
Y Boca volvió a perder así la tercera final consecutiva de Supercopa Argentina, primero con Arsenal, luego con San Lorenzo y finalmente con River, que 42 años después se tomó revancha de aquel mano a mano del Nacional 1976, cuando los “xeneizes” se impusieron 1 a 0 con gol de Rubén Suñé de tiro libre.
Pero además los “millonarios” llegaron al tercer mano a mano consecutivo en el que resultaron gananciosos ante su clásico rival, ya que con Marcelo Gallardo como entrenador sacaron a los boquenses en las semifinales de la Copa Sudamericana 2014 y en los octavos de la Libertadores 2015.