La exposición “Somnyama Ngonyama (¡Salve, oscura leona!)”, que se podrá visitar hasta el 27 de mayo en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, reúne un conjunto de imágenes de la fotógrafa y activista sudafricana Zanele Muholi que pueden leerse como un manifiesto sobre la desigualdad, la discriminación y la resistencia.
Muholi posa su mirada fija sobre la cámara, su pelo no se ve, está repleto de broches para ropa, sus orejas también. Al lado, en otra imagen blanco y negro Muholi mira fijo y está envuelta en tubos plásticos que parecen de aspiradora. La referencia al trabajo doméstico o a la esclavitud a partir de esos accesorios parece inexorable, pero en los epígrafes nada lo indica.
Como ésas hay una veintena de autorretratos en lo que no hay dudas -aún con el rostro apenas gesticulado de Muholi- que la artista está tomando posición y desde esas imágenes -ella envuelta en una manta, con gasas de hospital o con collares autóctonos- refracta un mensaje crítico pero de múltiples interpretaciones para el espectador.
Zanele Muholi (Umlazi, Durban, 1972) es fotógrafa y activista visual. Por mucho tiempo se dedicó a registrar a personas del colectivo LGTBQI de la comunidad negra y en 2012 comenzó con este proyecto titulado “Somnyama Ngonyama (¡Salve, oscura leona!)” del cual el Mamba exhibe una selección, en el marco de un calendario de exposiciones que completan los fotógrafos argentinos Aldo Sessa y Alberto Goldenstein.
“Nos interesa cómo puede el arte aunar diversos intereses para afirmar su potencia como una herramienta de comunicación trascendental. Y los autorretratos de Muholi son contundentes, existenciales. Cautivan por su claridad, su belleza y su posición tomada frente a la historia”, sostiene en diálogo con Télam Victoria Noorthoorn, curadora y directora del museo.
El tono de crítica marca el clima de la muestra, como en “Dalisu”, una imagen que la fotógrafa sudafricana tomó luego de sufrir una discriminación, y en la cual se ve su rostro entre hebras enmarañadas de lana oscuras: “No parecen situaciones extremas en sí, pero se acumulan. Esas cuestiones menores al final se juntan y cobran entidad”, escribe la artista sobre esa pieza.
“Y son tan molestas -continúa-, unx se siente atrapadx en una red, una red que te tapa la cara y que unx trata de sacarse de encima todo el tiempo para poder respirar. (…) ‘Dalisu’ habla de sentirse estranguladx en vida. Me sentí estranguladx y confinadx, confundidx y enojadx. Al mismo tiempo, es una afirmación para mí y para otros como yo, un llamado a la acción”.
En otras imágenes, Muholi juega con la estética de la fotografía de moda: en una se la ve envuelta con unas vendas que cubren su cuello y su pecho y en otra está cubierta de tiritas blancas, que de mucho mirarlas se descubre que son precintos plásticos de seguridad.
“En algunas imágenes la artista recurre a accesorios muy elocuentes para establecer su postura frente a su construcción de imagen y en otros casos está despojada. Ella juega con algunos grises para que la mirada no sea literal, que esté abierta al juego, a las interpretaciones diversas”, sostiene Noorthoorn.
“Lo que es interesante de toda la serie -destaca la directora- es que ella devuelve la mirada, confronta al espectador, lo interpela, lo mira con una profundidad que no nos da otra opción mas que reflexionar sobre ello”.
En ese sentido, el proyecto fotográfico de Muholi es un manifiesto sobre la resistencia frente a la discriminación, la desigualdad, la esclavitud y los estereotipos, una declaración política en la que la artista pone su propio cuerpo como territorio de batalla, mostrando como en él se inscriben su historia y la de otros, “la negritud, la historia política de su país, la condición de género”.
En una entrevista con Renée Mussai (curadora y jefa de Archivo e Investigación de Autograph ABP), Muholi señaló que “Somnyama Ngonyama” es “mi respuesta a los distintos racismos que existen”. Por eso, como dice en otro momento, “no son sólo fotografías bellas, sino que pretenden constituir declaraciones políticas”.
Estos autorretratos de Muholi que hablan sobre su pasado, presente y futuro, y que desde allí expresan a su vez la trama de una historia política general, revelan la potencia que tiene la fotografía como un lenguaje visual para tomar posición frente a la realidad.
Las palabras de la artista condesan por sí solas el horizonte de este proyecto: “Nuestra tarea más importante es crear un archivo visual que perdure más allá de nosotrxs. Somnyama se vuelve ese documento con el que me gustaría que conecten mi nombre y que entonces se vuelva un referente para otro ninx negrx (…), un documento visual en el que podamos crear nuestra imagen, donde transmitir nuestra narrativa”.
Somnyama Ngonyama (¡Salve, oscura leona!)” se puede visitar hasta el 27 de mayo en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, ubicado en avenida San Juan 350, de martes a viernes de 11 a 19, sábados, domingos y feriados de 11 a 20 hs.
(Télam)