Con un exitoso antecedente en la sección “World Cinema Dramatic Competition” del prestigioso Festival de Cine de Sundance, donde se presentó internacionalmente y ganó el premio a mejor actriz, en “La reina del miedo” Bertucelli encarna a una famosa actriz atravesada por una profunda crisis existencial, que se traduce en un enfermizo miedo hacia todo lo que la rodea, y sobretodo a tomar una decisión trascendental en su vida: Abandonarlo todo para emprender un nuevo camino.
Codirigida junto a Fabiana Tiscornia, la primera película de Bertucelli tuvo como punto de partida el miedo, un sentimiento angustiante que así como puede aterrar y paralizar a una persona, también la puede movilizar y generar en ella una transformación, haciéndole conocer una fuerza interna que no sabía que tenía o podía desplegar.
“Cuando era muy chica era bastante miedosa y mi viejo siempre me decía que el valiente no es aquel que no tiene miedo sino el que tiene miedo pero lo supera. Y esa es una frase que creo que fue bastante inspiradora para mí en esta película”, recordó la actriz y realizadora, que compone a una mujer presionada por sus circunstancias y una vida absurda, llena de fobias, paranoias e intrigas domésticas.
Con un elenco que completan Diego Velázquez, Sary López, Mercedes Scapola, Gabriel Goity y Darío Grandinetti, “La reina del miedo” -que tiene como coproductor nada menos que a Marcelo Tinelli- describe el difícil momento personal de Robertina, famosa actriz que a pocos días del esperado estreno de su unipersonal no logra concentrarse y vive en un estado de distracción y ansiedad constantes.
“Me gustaba la idea del miedo como motor, porque así como puede paralizarte también puede sacar de vos una fuerza que no sabías que tenías. Y entonces, por consiguiente, puede ser transformador también. Me gustaba que Robertina fuera un personaje que se transforma a partir del miedo. Que tenga que sacar algo de ella que ni ella misma sabe que tiene”, explicó Bertucelli.
Compartimos la entrevista completa realizada por Télam:
¿Cuál es el mayor temor de Robertina? ¿Cambiar de rumbo en la vida a una edad en la que parece tenerlo todo resuelto?
Valeria Bertucelli: Ella está sufriendo una crisis existencial, una angustia que la hace sentir que en su vida hay algo que no está pasando con profundidad, como si estuviera desconectada de su entorno y no pudiera poner un orden de prioridades ni ver qué es más o menos importante. Es la sensación de no saber por qué dejamos lo importante para más adelante y eso nunca llega, porque lo más inmediato es lo que está siempre primero. La película registra su proceso interior para tratar de detener esa bola de nieve.
¿Ella sufre una sensación de desconexión con la realidad?
Ella siente el peso de esa idea de que “el show debe continuar” y se pregunta por qué, ya que para ella no hay ningún show que valga la pena sostener ni continuar. Ella entiende al final que todo lo que creemos que es importante y va a ser tremendo dejarlo, finalmente no es tan tremendo. Lo que le cuesta a ella es que no puede decir que de verdad no puede ni quiere estar más en ese lugar incómodo del cual se quiere apartar.
¿La enfermedad de su amigo en Dinamarca le demuestra que al final nada es tan importante?
Claro, porque ante lo ineludible te das cuenta que realmente nada es tan importante. Cada vez que pasa algo así en la vida recordás que las cosas no son tan graves y sin embargo te lo olvidás a los dos minutos y otra vez empezás a darle importancia a cosas que no la tienen. Su situación indica cómo nos cuesta recordar o tener claro qué es lo importante o lo que realmente vale la pena vivir.
¿Cuándo empezaste a pensar en hacer esta película?
VB: Empezó con observarme a mi misma con miedo y que eso me diera risa. Y decir: qué ridículo lo que hago cuando tengo miedo. En algunos momentos, cuando escribía, se me iba todo para el lado de la comedia. Decidí parar de actuar un tiempo y ponerme a escribir. Agarré esas ideas y me junté con mi amigo Pablo Solarz, que tuvo un gesto muy generoso: me pidió que le contará la película de punta a punta, me escuchó y me dijo que lo único que tenía que hacer era bajarla al papel. Era tanto lo que tenía en la cabeza que en ese momento empecé a escribir sin parar.
¿Y cómo te decidiste a dirigirla? ¿Ya lo tenías pensado desde el vamos?
VB: Sí, cuando empecé a escribir ya sabía que la quería dirigir yo. La imaginaba como una película muy chica, aunque después creció un poco. No me daba miedo porque la pensé desde el lugar de la autogestión, algo que yo hacía hace mil años, cuando escribía y realizaba mis propias cosas. Y entonces apelé a aquella valentía, sin pensar demasiado si podía o no hacerla. Fue creciendo paso a paso y con el tiempo se convirtió en lo que terminó siendo.
¿Cómo fue el rodaje? ¿Qué aprendiste estando del otro lado de la cámara por primera vez?
El rodaje me enseñó muchísimas cosas desde muchos lugares diferentes. Fue muy raro porque con Fabiana estábamos muy nerviosas las dos, pero al mismo tiempo no parábamos de reírnos. Siento sobre todo que tuve un gesto amoroso conmigo misma al darme un voto de confianza y elegir lo mío antes que otras ofertas, a pesar de que eran muy buenas.
De algún modo estabas transitando la misma sensación que tu personaje…
Exacto. Y a la vez pensaba que no podía hacerlo de otra manera. Fue un voto de confianza conmigo misma que me enseñó mucho y me dio una seguridad que yo no tenía. Me hizo muy bien, porque me ayudó a confiar más en mi. Disfruté mucho del proceso. Me ayudó mucho ser la protagonista para poder dirigir a los actores mientras actuaba. Entendimos que esa debía ser nuestra dinámica de trabajo.
¿La película fue siempre una comedia? ¿Te tentó la idea de correrte hacia el género de terror?
Es muy bueno que la veas como una comedia, eso me alega. Nunca me tentó la idea del terror. El miedo debía ser mucho más absurdo y siniestro, en el sentido de que algo cotidiano en dos minutos puede transformarse en algo desconocido y aterrador. La película tenía más que ver con algo real observado por alguien que está muy sugestionada.