La exposición se inauguró el año pasado en Rosario, para el décimo aniversario de la muerte del Negro, y hoy llegará al Más Acá Club Cultural (Av. Caseros 514) en Buenos Aires. A partir de las 19 hs habrá una mesa redonda con Menchi Sábat, Miguel Rep, dos integrantes de la célebre “Mesa de los galanes” del bar El Cairo (Chelo Molina y Pitufo Fernández) y Horacio Vargas, biógrafo de Fontanarrosa.
Vinculados por una relación entrañable que inició cuando Roberto “Negro” Fontanarrosa y Crist se conocieron en los años dorados de la revista Hortensia, la confianza e incondicionalidad se traducen en gestos como que Crist fue la mano derecha de Fontanarrosa, durante los años duros de su enfermedad.
La colección de viñetas de humor que resultó de esa hermandad y se publicó los domingos en la revista Viva del diario Clarín, construye el eje de la muestra “Hermanos de Tinta” que se expone, por primera vez, en la ciudad de Buenos Aires, durante el mes de abril en “El Más Acá Club Cultural” y cuenta con el auspicio de la Fundación Banco de Santa Fe.
“Finalmente la mano derecha claudicó, ya no responde como antaño a lo que dicta la mente. Nadie mejor, a mi juicio, para graficar mis ideas que el Negro Crist, porque lo conozco hace 30 años, somos como hermanos y dibuja en blanco y negro o a color mucho mejor que yo. Siempre admiré su virtuosismo (…) Vale este informe para que los lectores no se sorprendan cuando vean que he mejorado notablemente la calidad de mis trazos y mis colores” había dicho Fontanarrosa en una carta abierta en la que comunicaba su imposibilidad a seguir dibujando debido al avance de la esclerosis lateral amiotrófica que lo perseguía hacía varios años.
Vargas, en diálogo con página 12, refiere una anécdota de un chiste pensado para la página dominical de la revista Viva. Estados Unidos coqueteaba con la idea de un muro que lo separara de México y Fontanarrosa ideó un chiste “a la medida de Crist” en que en la garita de un muro dos guardias con sombreros texanos comentaban: “Yo sabía que los mexicanos iban a aprovechar la situación”.
Abajo, el paredón intervenido con la mezcla de estilos de los muralistas mexicanos más célebres: Rivera, Orozco, Siqueira. Una idea con la que, claro, Fontanarrosa se apoyaba en las virtudes plásticas de su colega santafesino-cordobés. Cuando el trabajo estuvo terminado, Fontanarrosa le escribió a su compadre para elogiarlo –a su modo– el resultado: “No era para tanto”.
Dos potencias que supieron articular trabajos y amistad, confianza y disciplina, humor y habilidad, inclaudicables hasta el final para un Fontanarrosa perseverante e incansable, incluso cuando la vida se desquitó de tanto humor, confinandolo a retirarle su habilidad.
Afortunadamente contaba con un ángel guardián.