La historia del graffiti, o pintada callejera se remonta al antiguo imperio romano, en cuyas paredes podían observarse dibujos más bien rudimentarios, sobretodo las relacionados con mensajes que buscan satirizar o denunciar eso que inscriben.
Es un término que proviene del italiano graffiti (plural de graffito, también denominación que se le da al material que compone el núcleo de los lápices negros) que significa ‘marca o inscripción hecha rascando o rayando un muro’ y del mismo modo arqueólogos y epigrafistas llaman a las inscripciones espontáneas que han quedado en las paredes desde tiempos del Imperio romano.
El arqueólogo Raffaele Garrucci divulgó el término en medios académicos internacionales a mediados del siglo XIX, el neologismo se popularizó y pasó al inglés coloquial al usarse en periódicos neoyorquinos en los años setenta.
Conforme la historia social, el graffiti no perdió nunca vigencia como mensaje inscrito de manera pública que busca llamar la atención sobre algo, o alguien, mutando -según la época y los objetivos, o las personas que los produjeran- tanto sus formas, como mensajes y diseños.
Surgidos como medio de denuncia, el graffiti conservó hasta hace muy poco el carácter ilegal o vándalo, para convertirse hoy por hoy, en Street Art (Arte Callejero) en muchas ciudades del mundo. Estos dibujos son más bien de corte estético y plástico más elaborados, y si bien pueden guardar algún mensaje disruptivo, destacaban por el trabajo de artista. Ya no se trata de inscripciones de denuncia partidaria, política o social (solamente) sino que el elemento artístico destaca por sobre el mensaje general, con la particularidad de estar emplazados en soportes públicos.
Buenos Aires es una de las ciudades latinoamericanas más importantes en términos de producción de Street Art, dado que sus artistas se destacan a tal punto, que han logrado en muchos casos recorrer el mundo para extender su arte por paredes internacionales. Sin esperar nada a cambio, trabajan en equipo con sus pares locales, que viajan cada año para mostrar su trabajo en galerías y festivales del exterior.
Si bien toda la capital federal se encuentra decorada con estos diseños, hay barrios que destacan por la cantidad, o incluso, por las cuadras enteras que han sido destinadas a los y las artistas para transmitir la impronta artística tan característica de algunos barrios, que además imprimieron una especial dedicación al arte callejero, como Palermo, Colegiales, Villa Crespo, Congreso, Barracas, Montserrat y La Boca.
El arte urbano en la ciudad está regulado desde 2009 en la ley de muralismo, y contemplando la voluntad y autorización del dueño de la fachada para poder realizarla. Desde entonces, existen distintas iniciativas oficiales para llevar el arte a las calles como políticas culturales, impulsadas desde sectores públicos y privados, para brindarle a los artistas la posibilidad de plasmar su arte, y también para instalar que en Buenos Aires, la cultura artística sigue siendo rebosante y de vanguardia.
Tal es así, que incluso se han llegado a armar circuitos turísticos para recorrer las calles con mayores producciones, conocer la historia de esas pintadas, las vidas de sus artistas, los estilos transitados y como los graffitis fueron desarrollándose en las calles porteñas.
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