Fadi Abu Salah, un hombre de 29 años que había perdido sus piernas en un bombardeo israelí contra los palestinos en 2008, fue asesinado ayer a manos del ejército de Israel, y el caso se convirtió hoy en símbolo de la masacre y estandarte de la resistencia.
La imagen de Salah recorrió el sábado pasado los medios de comunicación. Allí se lo veía protestando y lanzando piedras desde su silla de ruedas contra las fuerzas israelíes, que en 24 horas mataron a 60 palestinos y causaron heridas y lesiones a otros 2.700 mientras Estados Unidos inauguraba su embajada en Jerusalén.
Salah recibió ayer un disparo en la cabeza y la imagen del hombre protestando desarmado fue reemplazada hoy por el hombre amortajado y con sus seres queridos llorándolo, convertido en una bandera de la resistencia palestina.
En las redes sociales, como Twitter, la leyenda que más circula en las últimas horas sobre Salah es “Primero le quitaron su tierra, luego le quitaron sus piernas y hoy le quitaron la vida”.
Una de las voces más fuertes que condenó la represión israelí fue la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que acusó hoy a Israel de matar de una forma “indiscriminada” y recordó que el uso de la fuerza letal debe ser “el último recurso”. “Parece que cualquiera puede ser asesinado o herido; mujeres, niños, reporteros, personal de primeros auxilios, si se acercan a más de 700 metros de la valla. Dispararon a un amputado doble, ¿que amenaza es un amputado?”, se preguntó el vocero en Ginebra de la Oficina, Rupert Colville.
Al menos 60 personas murieron a causa de las heridas infligidas -entre ellas una beba de ocho meses- por el fuego israelí ayer en la Franja de Gaza durante las protestas de la Gran Marcha del Retorno y contra el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Desde el 30 marzo, Israel asesinó a más de un centenar de palestinos.