La cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte, Donald Trump y Kim Jong-un, del próximo 12 de junio en Singapur comenzará a las 9 de la mañana, anunció hoy la Casa Blanca.
“Estamos preparando activamente la cumbre del 12 de junio entre el presidente y el líder norcoreano”, dijo a periodistas la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, al anunciar la hora del encuentro, las 9 de la mañana de Singapur (las 22 del próximo lunes 11 en Argentina). “Sentimos que las cosas siguen avanzando y que se han hecho buenos progresos”, agregó la portavoz de Trump.
Sanders dijo que un “equipo de avanzada” de la Casa Blanca -que incluye personal militar, de seguridad, técnico y médico- ya se encuentra en la ciudad-estado del sureste asiático. Están “finalizando los preparativos y permanecerán en el lugar hasta que empiece la cumbre”, señaló, citada por la cadena CNN.
La portavoz agregó que Trump está recibiendo informes diarios de Corea del Norte de cara a la histórica reunión -expertos han manifestado su preocupación por considerar que, pese a que Trump asegura ser el mejor negociador del mundo, conoce poco o nada sobre Corea del Norte, de control de armas o de diplomacia internacional-.
EL DESARME NORCOREANO
Se espera que el encuentro, que tuvo idas y venidas y alternó cancelaciones con ratificaciones, se centre en esfuerzos de Estados Unidos para lograr que Corea del Norte abandone su programa nuclear militar. Washington afirma que el opresivo régimen comunista ha desarrollado una cabeza nuclear en miniatura que puede ser adosada a misiles cuyo desarrollo está cada vez más cerca de lograr que alcancen el territorio de Estados Unidos. El gobierno de Trump, como el de sus predecesores, ha dicho que esto es inaceptable y ha exigido a Corea del Norte que inicie un proceso de desnuclearización completa y verificable.
A días de la cumbre, aún no está claro si Corea del Norte está dispuesta a dar ese paso o si está usando la promesa de conversaciones como forma de desactivar la campaña de “máxima presión” lanzada por Trump. En el pasado, Corea del Norte dijo que no renunciará a sus armas nucleares sin una garantía de no agresión de Estados Unidos.
El presidente estadounidense dijo la semana pasada que ya no quería usar el término ‘máxima presión’ y que quería embarcarse en un diálogo serio que alivie las presiones sobre el régimen, contra el cual ha adoptado duras sanciones económicas. “Creo que será un proceso”, dijo Trump luego de recibir en la Casa Blanca al número dos del gobierno norcoreano, Kim Yong Chol. “No es…nunca dije que se reducirá a un encuentro. Creo que va a ser un proceso. Pero las relaciones se están fortaleciendo, y eso es algo muy positivo”, agregó.
Trump también dijo que no habrá más sanciones mientras duren las conversaciones, aunque la Casa Blanca ha tenido que salir al cruce de especulaciones de que se levantarían las penalidades económicas vigentes.
UNA CUMBRE IMPENSADA
Una cumbre Kim-Trump parecía impensada meses atrás, cuando ambos líderes intercambiaban amenazas e insultos por el desarrollo de armas nucleares y el ensayo de misiles balísticos por parte de Corea del Norte. La diplomacia, sin embargo, ganó terreno luego de que las dos Coreas limaran sus propias asperezas, incluyendo la decisión de Pyongyang de enviar una delegación a los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur.
Los líderes de los dos vecinos ya celebraron su propia cumbre en abril.
En marzo, Trump aceptó de manera sorpresiva una oferta para mantener conversaciones con Kim luego de que el dictador norcoreano accediera a suspender las pruebas nucleares y de misiles y discutir la “desnuclearización”.
Según Corea del Sur, Kim dijo que estaba dispuesto a renunciar a sus armas atómicas si Estados Unidos se compromete a poner fin formalmente a la Guerra de Corea y a no atacar a su país.
En marzo, Trump aceptó de manera sorpresiva una oferta para mantener conversaciones con Kim luego de que el dictador norcoreano accediera a suspender las pruebas nucleares y de misiles y discutir la “desnuclearización”.
Según Corea del Sur, Kim dijo que estaba dispuesto a renunciar a sus armas atómicas si Estados Unidos se compromete a poner fin formalmente a la Guerra de Corea y a no atacar a su país.