Marziotta: “Se hablaba desde lo histórico y lo social, sin contemplar las historias de amor de la época”

El nuevo libro de Gisela Marziotta, “Amores bajo fuego. Romances apasionados en tiempos violentos”, reconstruye historias de amor protagonizadas por militantes ocurridas en los años 70: un recorte tan arbitrario como paradigmático que condensa las singularidades de estas pasiones en la época más oscura de la historia Argentina

El nuevo libro de la periodista Gisela Marziotta, “Amores bajo fuego. Romances apasionados en tiempos violentos”, reconstruye un puñado de historias de amor protagonizadas por militantes y ocurridas durante los años 70, un recorte tan arbitrario como paradigmático que condensa las singularidades de estas pasiones en la época más oscura de la historia Argentina.

La última dictadura militar conforma el contexto de estos romances en los que hace foco el libro, tal vez el costado menos explorado en relación a aquellos años: la narración del vínculo amoroso, apasionado, intenso, dulce, comprometido y valiente de cinco varones y cinco mujeres, militantes políticos que buscaban y anhelaban un mundo más justo.

 

 

El contexto donde nacen estos amores -todos con diferentes finales- no es menor: un clima represivo acompañado de la suspensión de la actividad política, la reducción de los derechos de los trabajadores, la intervención de los sindicatos, la prohibición del derecho a huelga, la disolución del Congreso y los partidos políticos, la quema de libros considerados subversivos y la censura de los medios de comunicación, que seguirían con la tortura y desaparición de miles de ciudadanos.

No fue fácil reconstruir estas historias, narradas en base a los testimonios de muchos de los protagonistas -los que sobrevivieron-, y animarse a revivir, a través de las entrevistas, no solo el amor sino también ceremonias de matrimonios casi sin testigos, alias o nombres de guerra, el ocultamiento de la identidad, bebés nacidos en cautiverio, la tortura en centros de detención clandestinos, la desaparición y la muerte.

“Mi punto de partida fue contar historias de amor, en una época donde esas historias de amor pasaron casi inadvertidas, porque se contaron otras cosas más urgentes de los años 70”, explicó a Télam Marziotta (1975), quien conduce actualmente La primera página en AM750, escribe en Página/12 y es autora de los libros “Contrato de señoritas. Ni putas ni sumisas” y “Nueve meses sin censura. El embarazo en la mujer actual”.

 

 

¿Cuál es la génesis de este libro?

Me di cuenta de que las historias de amor de ese tiempo no se habían contado; que siempre se hablaba desde lo histórico y lo social, sin contemplar las historias de amor que habían atravesado la época. Me encantó buscarlas, encontrarlas y ver si existía la posibilidad de reconstruirlas desde el periodismo, desde el dato.

“Amores bajo fuego” hace foco en la vida y el romance de parejas como el amor espiritual de Clelia Luro y el obispo Jerónimo Podestá, atravesada por la mirada condenatoria del poder eclesiástico; Alicia Alfonsín y Damián Cabandié, un romance que nació en el club del barrio; Delia Barrera y Hugo Scutari, una historia que estuvo años sin contarse luego de la desaparición de él; Leonor Canelles y Alberto Nadra, una pareja que aún hoy perdura; Victoria Walsh y Emiliano Costa, tal vez la más conocida de las historias no sólo por el padre de Victoria (Rodolfo Walsh) sino también por el final épico que envuelve la muerte de ella.

¿Cómo fue el trabajo de investigación del libro?

El trabajo fuerte fueron las entrevistas a algunos de los protagonistas y también a sus amigos, familiares y conocidos. Entrevistas que costó mucho no solo conseguir sino también realizar, porque a muchos les resultaba dolorosa, por cosas que les llevó mucho tiempo elaborar y que incluso hasta el día de hoy siguen sin poder resolver. Las entrevistas solían ser interrumpidas, había que retomarlas. Además, había que lograr confianza y empatía para entrar a lugares incómodos del relato, para lograr detalles y reconstruir la historia con la mayor precisión posible. Todo lo que cuenta el libro ocurrió, nada es ficción. Y por supuesto, también consulté mucha bibliografía, hubo mucho material de lectura previa.

¿Alguna historia te sorprendió más que otra?

Todas por algo. Mi idea fue elegir historias que tuvieran la mayor representatividad de época, es decir, historias bastante diferentes entre sí, con distintos finales. De hecho todas terminan de manera distinta. Pero el común denominador de lo que me conmovió es que todos los hechos son reales; eso es lo más impactante y lo más fuerte.

¿Qué características afines podrías describir en los protagonistas de estas historias, en estos militantes enamorados?

Por empezar, la característica común a todos es el amor, que es la base del libro y es en lo que hago pie en cada una de estas historias. El amor de pareja y el amor por lo que hacían, ese compromiso con sus propios ideales. Y la pasión en la relación y en la acción cotidiana está plasmada en todas las historias, atravesadas por diferentes situaciones personales. El compromiso tanto de pareja como social y político atraviesa las cinco historias.

Cada capítulo, al final, está acompañado por un poema de un escritor (Gabriela Mistral o Mario Benedetti por ejemplo) y también por una entrevista a una voz especializada que se vincula de alguna manera con la historia contada (Estela de Carlotto o el juez Daniel Rafecas). ¿Cómo surgió la idea de este acompañamiento?

La idea de cada poema surgió porque a medida que escribía el libro me pasaba que lo podía visualizar muy claramente, como si fuera un capítulo de una serie o una película, que cuando se terminan empieza una música y los títulos. Y me pareció que la idea de ese cierre musical se podía lograr con un poema, que a su vez fuera una síntesis del capitulo. Y luego la entrevista, que es un formato que a mí me gusta mucho, me servía para contextualizar.

Los protagonistas son presentados por su nombre de pila, algo muy típico del campo de la ficción. ¿Por qué?

A los protagonistas de estas historias los quise narrar con su nombre de pila, y no por los apellidos -que de todos modos aparecen- justamente por esta idea de concentrarme en la historia de amor. El apellido los terminaba encasillando ideológicamente y te sacaba de la historia.

 

(Télam)