Con curaduría de Gabriela Vicente Irrazabal, se inaugura hoy jueves a las 18:30 hs, la exposición dedicada a la grabadora, ceramista, dibujante, ilustradora y pintora argentina Aída Carballo (1916-1985) en el espacio de arte de la Filial OSDE La Rioja, en lo que constituye la novena parada de un recorrido que visitó Misiones, Salta, Córdoba (Villa María y capital), Tandil, Pergamino y La Plata. Junto a la historiadora de arte María Teresa Constantín, ambas brindarán una charla introductoria a la exposición que se podrá visitar hasta el 13 de octubre en el espacio de Adolfo E. Dávila 30, La Rioja.
Esta retrospectiva titulada “Entre el sueño y la realidad”, se vio por primera vez en el Espacio de arte de la Fundación Osde de Buenos Aires en junio de 2009 y de allí recorrió distintos puntos del país, cuya propuesta invita a transitar el mundo de la artista a través de su legado tanto plástico como literario, desde sus series más emblemáticas, pasando por sus obras premiadas y recorriendo las distintas disciplinas artísticas que exploró.
Gran parte de la producción artística de Aída Carballo está dividida en series, la primera data del año 1963: “Los locos”, título nada aleatorio considerando que ella misma fue diagnosticada con delirios y alucinaciones y tuvo varias internaciones a lo largo de su vida.
Dos años después exhibió seis litografías de su nueva serie, “Los amantes” y en 1967 aparecieron “Los levitantes”. A continuación, mostró “Los colectivos” y, finalmente, en el año 1975 presentó su última serie, “Las muñecas”.
Según la curadora, “todo lo que a Aída le interesaba tenía que ver con su entorno. Las casas y sus zaguanes, las terrazas y vistas urbanas, sus vecinos y sus gatos. Transitó por la abstracción y por el movimiento pop. Retratos y autorretratos son otro tema recurrente, lo autorreferencial también está presente en su obra; el deseo de Aída es hacernos partícipe de su vida. Casi como una corresponsal o una cronista va dejando un registro preciso y precioso de sus pasos”.
Nacida en San Telmo, Ciudad autónoma de Buenos Aires, fue alumna de Pío Collivadino, egresó de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón en 1937 y continuó su formación en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Como muchos de sus contemporáneos, vivió en Francia entre 1958 y 1960 y participó en la Bienal de México. Recibió su primer premio en el año 1948 y a partir de ahí inicia su conquista de reconocimientos artísticos tanto en el país como en el exterior.
Sin embargo, quizás por una cuestión de género o por la elección de la disciplina artística, su figura no logra la trascendencia profesional que se merece, remarca Vicente Irrazabal en el texto de la obra, que continúa sugiriendo que “pensar la obra de Aída Carballo es percibir la pasión, la sensibilidad, la melancolía, la entrega y el amor, tanto en la realidad y lo cotidiano, como también en lo onírico y lo mágico. La artista lo explicó de esta manera: “Yo creo tener dos fuentes de inspiración […] Una muy irracional, sumergida en una zona inconsciente, sutil. Y la otra el entorno. Yo extraigo la anécdota de los aconteceres cotidianos: del colectivo repleto, de la calle, de los patios, de los vecinos, así como viene de afuera yo lo recibo y lo asocio a aquella sensación interior. Así hago que confluyan ambos ríos”.