Tenía el apellido de un violador, pero en su lugar ahora llevará el de su papá afín

El cambio ordenado por la justicia no tiene antecedentes en nuestro país.

“Era como un sueño”, dice Yasmín, y mira a su mamá. Saben, las dos, que la lucha que emprendieron, finalmente, llegó a donde querían.

Yazmín Belén Raminger Vega, ese es su nombre completo, tiene 19 años y, desde hace algunos meses, un nuevo apellido: después de entrevistas varias, audiencias, presentación de escritos y otros requerimientos, la Justicia entendió que podía quitarse el apellido de su padre biológico, un hombre condenado por múltiples violaciones.

“Rocha Vega” se leía en el documento de Yazmín. Pero de ese apellido doble -una parte correspondiente a su padre biológico y la otra su mamá-, cuenta, la primera mitad nunca la sintió propia: escuchar “Rocha” hasta le causaba vergüenza y temor. En su lugar, hoy figura Raminger: es el apellido de la pareja de su mamá, quien, desde hace rato, es su papá, dice ella. En el país no hay antecedentes de una modificación similar de apellidos.

El camino que Yazmín y su mamá Paula Vega emprendieron comenzó hace ya tiempo. Yazmín apenas tiene recuerdos de su progenitor, a quien vio solo un par de veces en la cárcel, siendo ella muy chiquita. Allí fue donde Rocha amenazó de muerte a su mamá: quería que Yazmín siga yendo al penal, a pesar de que en ese lugar no se sentía cómoda y de que Paula ya no era su pareja.

La de Paula no es una historia sencilla: sufrió violencia por parte de su ex pareja luego condenado, y siendo Yazmín bebé, se las arregló para trabajar y visitar los juzgados, después de la amenaza de Rocha. Primero fue a la Justicia por el divorcio. Luego, por la privación de la patria potestad. Al final, fue Yazmín quien dejó en claro que ya nada quería que la uniera a alguien por quien no sentía afecto alguno: cuando los abuelos por parte de Rocha quisieron continuar el vínculo y llevarla a la casa de ellos, Yazmín se aferró, una tarde, a su mamá. A pesar de la insistencia de una asistente social del juzgado, Yazmín demostró que nadie la iba a llevar a donde no quisiera. Con los Rocha ya no quería tener nada de nada.

Paula conoció los tiempos de la Justicia, la burocracia de algunos juzgados y la falta de humanidad de algún juez. Todo, mientras la crianza de Yazmín continuaba.  

“Yo siempre quise que ella tuviera la vida más normal posible dentro de todo este despelote, y siempre se mantuvo así. No ocultando la verdad, porque era inocultable, pero tampoco era para hacer un vía crucis de esto. Había que vivir, había que seguir adelante y yo tenía que criar a una hija lo mejor posible”, dice Paula a Diario Vivo, y no duda ni un segundo en contar quién es su hija: “Creo que nos salió bastante bien, por la esencia de ella que es excelente persona y aparte es peleadora, luchadora, te discute todo, tendría que ser abogada diría yo”. Se ríe Paula, se ríe Yazmín.

“Ella empezó a meterse en esto -cuenta Paula- porque a mi me demandaron las visitas los abuelos y el padre, entonces tuvo que ir a los juzgados a decir la verdad, que no quería verlos.”

Paula rehizo su vida. Y conoció a Marcelo. Tuvieron una hija y se mudaron juntos. Dice Yazmín: “Ahí fue cuando empezó a caerme la ficha que tenía un apellido que no lo siento propio y que no me identificaba. Estaba ahí, pero no me remitía a algo, estaba. Y cuando se planteó esta posibilidad de podérmelo cambiar, pensé que estaría bueno, más que nada porque también tengo una hermana y tener las dos el mismo apellido, como una familia, estaba buenísimo. Fue algo que desde el momento que supe que se podía hacer lo sentí y lo quise hacer”.

Yazmín no dudó en agregarse el apellido de Marcelo Raminger -la pareja de su mamá, su papá afín, como lo consideró-, aunque no había antecedentes de un “reemplazo” similar. Sí ya había ocurrido que algunas personas dejaran de tener un apellido y dejaran, por ejemplo, el de su madre. “Las mismas abogadas nos dijeron ‘es medio una locura, pero vamos a pedirlo’”, dice Yazmín a Diario Vivo.

Al Juzgado civil N° 56 acercaron pericias psicológicas, entrevistas y todas las pruebas que pudieron. “El colegio mandó un escrito, que lo presentamos, diciendo que ella se hacía llamar Yazmín Vega, no Rocha. Entonces ellos habían observado que se sacaba sola el apellido y que era excelente alumna y compañera”, cuenta Paula.

A finales de febrero, Yazmín recibió la llamada des su mamá. Del trámite del apellido no había tenido novedades últimamente, y creía que hasta podía quedar archivado su pedido. Paula le dijo que tenía que decirle algo muy importante, que se tenían que ver.

Cuando Yazmín entró a su casa,  su familia -su mamá, su papá afín y su hermana- ya la esperaban con la noticia que quería escuchar hacía hace meses. “Me sientan los tres y ella agarra el celular y empieza a leer un texto, el pedacito de la sentencia y ya cuando me di cuenta estábamos los tres llorando”, dice, y ese recuerdo la vuelve a llenar de emoción. En su identidad, entonces, ya no sobraba nada.  

Yazmín Belén Raminger Vega agrega: “Siento que con lo del apellido cerró el círculo y ya no tengo absolutamente nada que ver con la otra parte, que me pude despegar totalmente, eso está bueno. Lo considero como un logro, de alguna forma cierra el círculo de todo. Mi mamá, lo que hizo, es algo totalmente majestuoso”.

Se emociona Yazmín. Dice que siente alivio por no escuchar más el otro apellido que le causaba rechazo, y que está ansiosa por terminar los trámites para que en todos lados figure su nombre y apellidos tal cual lo ordenó la Justicia.

“Al principio era raro porque desde que nací tenía un apellido. Pero desde que nos mudamos con él (por Marcelo) y desde que lo empecé a considerar como papá yo quería tener su apellido, aunque lo consideraba como un sueño, como algo lejano”, dice Yazmín. Ahora esperan el nuevo DNI y saben que no hay vuelta atrás.

Marcelo Raminger, Yazmín y su hermana.

El recorrido legal

Las abogadas y hermanas Verónica y Mónica Oviedo llevaron adelante el pedido ante la Justicia para que Yazmín suprima uno de sus apellidos y adquiera el de su papá afín.

Cuentan que si bien el proceso que llevó a que Yazmín adquiera el apellido de su papá afín llevó un año, consideran que esta última resolución es el cierre de varias batallas legales: fueron ocho años, en lo que también iniciaron la privación de la patria potestad y se encargaron de demostrar que Yazmín tampoco quería continuar el vínculo con la familia Rocha.

En relación al último fallo, señalan que es “novedoso e inédito”. “Lo que es novedoso de este caso es que, cuando nosotros empezamos la acción, lo que nos pedía Yazmín era no solamente sacarse el apellido de su padre biológico, por sus antecedentes penales y por su condena que tenía por violación, sino que a su vez quería que se le agregue el apellido de su padre afín. Cuando iniciamos este tema, en una charla extraoficial, el defensor de menores -cuando ella menor de edad- dijo que esto no estaba previsto en el código y que para que lleve el otro apellido, el padre afín tenía que iniciar una adopción. Lo que se necesitaba era otro proceso judicial”, explican a Diario Vivo.

A pesar de no haber antecedentes de una modificación como esta, las dos abogadas hicieron el pedido en un solo escrito, “teniendo en cuenta el derecho a la identidad como derecho humano fundamental”.

“En nuestro escrito de presentación lo que le hicimos ver al juez es que la identidad y el concepto de familia que llevaba Yazmín nunca había estado completo porque seguía llevando el apellido del padre”, dice Mónica Oviedo. Y agrega: “Socialmente a ella se la conocía con el apellido de la madre. Con el anterior código la ley del nombre era de orden público, y establecía taxativamente cuándo se cambiaba un nombre o un apellido, por ejemplo cuando era un improperio. Con el nuevo código esta inmutabilidad del nombre se da cuando existen motivos justificados que agravian a la persona. Entonces el apellido del padre biológico a ella le ocasionaba agravios, malestares y no le daba la identidad”.

Verónica Oviedo, por su parte, amplía: “Por un lado están los agravios, que sentía ella con el apellido de su padre biológico, y por el otro, estaba su identidad real, conformada por su familia en los hechos, su padre afín, su madre, y su hermana. Entonces ella era la única de esa familia y de esa realidad que no llevaba el apellido que ella consideraba también propio, que era el del padre afín”.

Las abogadas destacan que el fallo haya evitado que se inicie un nuevo trámite judicial (el de la adopción por parte del padre afín), algo que se hubiese demorado tal vez varios años más. Al final, con ese único escrito, terminaron con la última batalla legal que les quedaba por delante junto a Yazmín y Paula.