Se trató de un hallazgo fortuito: en la vieja computadora que solía usar José Saramago, un texto inédito del Premio Nobel de Literatura 1998 esperaba algún descubridor.
La obra, que hoy anunció Alfaguara que llevará a las librerías, El cuaderno del año del Nobel, el último de los Cuadernos de Lanzarote, y que nunca llegó a publicarse.
Las páginas que componen el diario no salieron a la luz porque quedaron ocultas en el disco duro de la vieja computadora. El propio escritor ya había explicado en 2001, en la presentación en Madrid de Cuadernos de Lanzarote, que su sexto cuaderno, recogido hoy como El cuaderno del año del Nobel y que narra la vida del autor en 1998, no pudo publicarse a tiempo ya que las obligaciones, los viajes y las conferencias surgidas a raíz del Premio Nobel le quitaron el tiempo, el ánimo y la paciencia para corregir y revisar las 200 páginas que Alfaguara y Porto Editora han recuperado.
Pilar del Río, presidenta de la Fundación Saramago, presentó esta mañana el proyecto y afirmaba que “en este cuaderno hay menos vida personal que en los anteriores, en especial el primero. Y hay más de posicionamento cultural y ético”.
Este sexto cuaderno se publica tal y como José Saramago lo dejó escrito: el cuerpo central de este diario está terminado pero hay algunas páginas en las que el autor simplemente enuncia el asunto que pensaba tratar o transcribir antes de entregarlo a los editores. Además, se han incluido también las cuatro conferencias que Saramago impartió a lo largo de 1998 como otra muestra más de las vivencias tan intensas y excepcionales de un año que cambió para siempre la vida y la obra del autor.
Con El cuaderno del año del Nobel se publica, finalmente, el último de los diarios más personales del escritor. El propio Saramago anunció no sin cierta pena que este diario que se presenta ahora a los lectores tuvo que ser el último, ya que los compromisos que adquirió como escritor y ciudadano tras el Nobel de Literatura le obligaron a organizar sus horas del día de forma totalmente diferente.
“El cuaderno aparece en el momento en que más se necesita: entenderán lo que digo cuando vayan avanzando en su lectura. Veinte años después es el momento adecuado para ciertas reflexiones y confidencias”, afirmó del Río.