Hasta el 22 de julio, el Espacio de Arte de la Fundación OSDE presenta una muestra antológica de la obra de Matilde Marín, en la que se exhibe mayoritariamente fotografías y videos, realizados desde los años noventa hasta la actualidad. La artista se dedicó casi exclusivamente al grabado hasta fines de los años noventa y desde entonces se concentró en la fotografía y el video.
“Una muestra antológica se organiza sobre la invisible malla de la memoria. (Al mínimo roce la red entera tiembla). Una antológica es la escenificación de un largo viaje: los episodios selectos de una travesía. Es un rodeo exquisito, demorado en estancias y derivas del trayecto. Es el trazado personal de un horizonte: una escritura” rezo el texto sobre la presentación de la obra.
Con curaduría de Adriana Almada, Matilde Marín vuelve la mirada sobre el camino recorrido, casi como retrospectiva: más que un trayecto, es un espacio dilatado que se expande en todos los sentidos. La suya es una muestra antológica que no sigue un diagrama cronológico, sino un esquema de puntos radiantes; está configurada en zonas que se vinculan mediante flujos de sentido insumisos a cualquier ordenamiento temporal.
“Todo me ha sido dado en los viajes”, dice Marín. Ellos han sido su fuente de conocimiento y han configurado su visión del mundo y de la existencia, han nutrido su vida y su obra, y las han constituido. En su vocación de límite, se ha dirigido siempre al Finisterre. Navega hacia él con instrumental afinado y refinado. Explora intensidades, calibra emociones, ajusta matices, busca el instante en que “una pluma sobre uno de los platillos inclina la balanza”, como dice Virginia Woolf. Con delicadeza extrema, pero también con audacia, escribe con el cuerpo, el suyo y el ajeno, el que puede tocar y el que puede presentir.
Fotografías, videos, grabados y libros de artista componen la exhibición que, como en cada uno de sus viajes, incluso en los más ínfimos, han dejado huella y marca del trayecto, siempre traducidos y decodificados en su lengua. Marín opera en base a códigos culturales compartidos. Por eso no hay casuística; y aunque a veces, muy pocas, apele al relato de corte etnográfico, la narración recogida termina siempre transformada en símbolo. Matilde Marín, dispuesta a “registrar las formas del presente que serán otras en el futuro”, explora el nuevo perfil del mundo mediante expedientes estéticos diversos y poderosos referentes literarios.
Dispuesta a “registrar las formas del presente que serán otras en el futuro”, indaga el nuevo perfil del mundo. En esta muestra antológica ofrece tiempo desglosado (el suyo, el nuestro): el paso de la mirada panóptica a la era de la vigilancia satelital, el fin del soporte material de la imagen fotográfica, la desaparición violenta de sistemas y regímenes políticos, la insurgencia, la naturaleza agredida y agresora, la masiva diáspora que agita el planeta. Sin olvidar la fantasía, que persiste animando la vida y ordenando el caos, aunque sea solo por un instante.
Matilde Marín nació en Buenos Aires en 1948. Cursó estudios de arte en Buenos Aires y Zúrich, Suiza. Es Miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina. Ha recibido, entre otros, los premios de la VII Bienal Internacional de Cuenca y Bienal de Puerto Rico, el Premio “Jorge Romero Brest” a la trayectoria otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, el Konex de Platino, y el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Grabado.
Ha expuesto en Argentina y en el exterior regularmente desde 1985. Entre sus últimas exposiciones se destacan: Atlántico Sur (Festival de video de Niza), El Manto del Océano (XII Bienal de la Habana) y Una Línea continua – temas sobre el paisaje (Museo de Bellas Artes, Neuquén).
Sus obras se encuentran en el Bronx Museum of the Arts (Nueva York), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), Museo de Arte Contemporáneo (San Pablo) y Colección MACRO (Rosario), entre otras colecciones públicas y privadas del país y del exterior.