El X Festival de Poesía en la Escuela toma carrera, y se larga en una nueva edición que, además de llegar a distintos puntos del país, también tendrá sus actividades en Colombia y Uruguay. Sí: la poesía entre pupitres y en el patio del recreo no distingue fronteras.
El festival, que empieza hoy y termina el 17 de septiembre, es un proyecto autogestivo que se propone acercar la poesía y el lenguaje poético a los niños, jóvenes, docentes y a la comunidad en general. Para esta edición, 250 personas son voluntarias para llevar la poesía -tanto la lectura como la escritura- a las aulas, bibliotecas populares, escuelas en unidades carcelarias y otros ámbitos de encuentro (como una bibliolancha) a gran parte del país.
De esta forma, poetas y alumnos se encuentran para darle forma al trabajo y al placer de la poesía. “Tiene que ver con el diálogo interpersonal, poder acercar la poesía a la escuela, y darle la posibilidad a los chicos de acercarse a la palabra”, dice Alejandra Correa, poeta, gestora cultura y coordinadora del festival junto a Marisa Negri.
“Desde la coordinación lo que hacemos es asegurarnos que las actividades sean de calidad”, explica Correa, en una comunicación telefónica desde una lancha, después de haber llevado la actividad a la isla Martín García, en Tigre. “Estuvo bárbaro”, cuenta, mientras se filtra el ruido del delta.
¿Cuál es la presencia de la poesía en los distintos niveles de educación, más allá del festival? Para Correa, la situación puede cambiar de un colegio a otro. “Tiene más que ver con las escuelas, hay escuelas primarias que tienen conocimiento y hay otras que no tanto. No soy docente, no sé cómo es la currícula en los distintos niveles para decir qué es lo que incorporaría. Lo que sí sabemos es que es un genero que se utiliza para enseñar figuras retóricas pero no se valoriza como expresión artística, que es lo que proponemos en el festival, que sirva para poder hablar de la experiencia personal y de la belleza de las palabras”, dice a Diario Vivo.
La poesía, se sabe, puede causar distintas sensaciones, y en el festival esto no queda al margen. “Puede ser divertida, profunda, causar tristeza, melancolía, lo que sí pensamos es que sobre todo en la infancia la poesía es un lenguaje que está muy cerca”, reflexiona Correa.
Este año, una de las principales novedades es que el festival también tendrá actividades fuera de la Argentina, con la incorporación de bibliotecas en Uruguay (Montevideo y Colonia) y en Colombia (Putumayo y Algeciras). En cuanto a los encuentros en nuestro país, participarán 90 instituciones a lo largo de 17 jornadas. Ciudad de Buenos Aires, Tucumán, Salta, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Santiago del Estero, Buenos Aires son los puntos donde se desarrollará esta la edición número diez del festival.
Milagros Losa, Eduardo Mileo, Clara Pignataro, Emiliana Cienfuegos, Cristina Savoia y Patricia Devesa, Luciana Arriaga, Yamil Dora, entre más poetas, estarán a cargo de conducir los talleres y lecturas.
Las claves de los encuentros de poesía, para que tengan éxito, dice Correa, pasan por separarse, al menos un rato, de las normas que sobrevuelan los colegios. “Tiene que haber espíritu de querer compartir, de suspender algunas cuestiones relacionadas con lo escolar, con la formación y la solemnidad, todo eso tiene que estar de alguna manera suspendido para que sea amigable la propuesta”, destaca.
Mesas de lectura con poetas, talleres de arte y de escritura de poesía, ferias, espectáculos de música. Al Festival de Poesía -declarado de Interés Cultural y Educativo por la Cámara de Diputados de la Nación en 2012-, no le faltará nada. Por dos semanas, las palabras, en las escuelas, se acomodarán sin que importe el sujeto y predicado.