El comediante estadounidense Bill Cosby, de 81 años, fue sentenciado a pasar entre tres y diez años en la cárcel, por haber drogado y violado a una deportista en su mansión de Filadelfia en 2004.
El magistrado Steve O’Neill, que calificó a Cosby como un “depredador sexual violento”, ordenó que el artista cumpla su condena de inmediato. Si bien en tres año el cómico podrá solicitar su libertad condicional, su defensa adelantó que apelarán la decisión del juez.
La estrella de la comedia siempre negó que las acusaciones en su contra y sus representantes aseguraron que las pruebas presentadas son falsas. Sin embargo, durante el juicio quedó demostrado que Cosby utilizó su carisma para atraer a sus víctimas antes de atacarlas sexualmente (más de 60 mujeres señalaron a la figura de la TV estadounidense de haberlas agredido entre 1960 y 2000).
Sin embargo, solo pudo comprobarse que Cosby abusó de Andrea Constand, una administradora del equipo de basquet de la Universidad de Temple, porque el resto de las acusaciones prescribieron. La defensa de Cosby le reprochó a la mujer haber cobrado 3,4 millones de dólares de un acuerdo firmado años atrás entre ella y el cómico y la tildó de “estafadora”.
“Cuando ocurrió el abuso sexual, era una mujer joven llena de seguridad y con miras a un futuro de posibilidades brillante. Ahora, casi 15 años después, soy una mujer de edad mediana que ha estado atascada en un patrón de contención la mayor parte de su vida adulta, incapaz de sanar completamente o de seguir adelante”, dijo Constand a la prensa.
Cosby, cuya carrera fue tomada como ejemplo de cómo es posible superar las barreras presentadas por el racismo en Estados Unidos, vio caer su reputación a medida que, una a una, iban conociéndose las denuncias en su contra de decenas de mujeres. Ahora, se convirtió en la primera persona sentenciada a la cárcel en la era del #MeToo.