Con (mucha) frecuencia, Twitter puede convertirse en un campo de lucha grecorromano: mensajes en 140 caracteres con insultos, descalificaciones y burlas son moneda corriente hacia figuras públicas o con un determinado número de seguidores. Y muchas de esas agresiones, en repetidas ocasiones, provienen de usuarios desconocidos, sin una identificación clara y que, a veces, pueden ser señal hasta incluso de un ataque organizado contra una persona.
A paso lento, Twitter parece tomar medidas para mejorar lo que a veces es una batalla sin cuartel. Por caso, el lunes cerró 90.000 cuentas de falsas, bots, como se suele llamar a los programas que imitan la conversación humana. Las cuentas dadas de baja actuaban haciendo publicidad de páginas porno y webs de citas.
El avance contra los bots viene de la mano de uno de los fundadores de la red social, Jack Dorsey, quien se propuso intensificar el control de las cuentas, mejorar los resultados de búsqueda y las notificaciones. Y además, saber quiénes son los que crean las cuentas falsas.
“Hemos multiplicado por diez nuestra actuación sobre cuentas abusivas cada día, en comparación con la misma fecha del año anterior. Además, limitamos la funcionalidad de la cuenta o aplicamos suspensiones en miles de cuentas abusivas cada día”, señalaron desde la compañía.
Más allá de las denuncias y el monitoreo que pueden hacer los empleados de la compañía, Twitter también está haciendo uso de algoritmos capaces de detectar bots abusivos y, según un comunicado, la red social ya eliminó el doble de cuentas programas con este método.
Esta semana se conoció que los mismos bots que en Twitter apoyaron la candidatura de Donald Trump durante la campaña presidencial estadounidense en 2016, fueron los mismos que meses después atacaron a Emmanuel Macro en su carrera por llegar a la presidencia de Francia.