En su primer día en la Ciudad de Buenos Aires, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, sorprendió a propios y ajenos, incluso a los encargados del operativo de seguridad, al cumplir una agenda muy porteña con parrilla, libros y una caminata por la Plaza de Mayo.
Entre carnes y selfies -el mandatario europeo no rechazó ningún pedido para sacarse fotos durante las tres horas en las que estuvo en el local gastronómico-, Macron intentó mostrarse como un dirigente de bajo perfil.
Tras pasar la noche en el Hotel Intercontinental, en el barrio de Montserrat, el líder del Palacio del Elíseo visitó en la mañana de este jueves la mundialmente reconocida Librería El Ateneo de Santa Fe y Callao: allí, rodeado de libros y observando los bellos frescos del antiguo cine teatro Grand Splendid, tomó un café en el bar del lugar.
En su paso por ese local comercial, el presidente francés aprovechó para conocer un poco de la nueva escena literaria argentina, para sumar nuevos autores a sus ya leídos Jorge Luis Borges y Julio Cortázar: “Se llevó varios libros de escritores argentinos”, contó a TN la gerenta de la librería, Andrea Stefanoni.
Más tarde, se dirigió hacia la Fundación Borges, donde mantuvo un encuentro con la albacea del escritor argentino, María Kodama, y también visitó el Parque de la Memoria para rendir homenaje a los desaparecidos durante la dictadura militar.
Antes de ingresar a la Casa Rosada, el presidente de la República Francesa recorrió la Plaza de Mayo y se interesó por las Madres de Plaza de Mayo y su tradicional ronda de los jueves: luego, acompañado por el secretario de Cultura, Pablo Avelluto, Macron y su esposa ingresaron a la Catedral Metropolitana, con especial interés por el mausoleo donde descansan los restos del general José de San Martín.
Luego de toda su descontracturada agenda “porteña”, Macron y Brigitte ingresaron a las 12:15 por la explanada de la Casa de Gobierno, en donde fueron recibidos por el presidente Mauricio Macri y la primera dama, Juliana Awada.