Semana Trágica: a cien años de la brutal represión y masacre

En enero de 1919, la policía y grupos paraestatales reprimieron a trabajadores de los talleres Vasena y comerciantes judíos; las estimaciones indican que fueron asesinadas entre 800 y 1.500 personas.

Hace cien años, una huelga de los trabajadores de los talleres Vasena originó una de las más feroces represiones en la historia de nuestro país.Ocurrió en las calles de Buenos Aires, por parte de las fuerzas policiales pero también de grupos paraestatales, que actuaron con un ostensible sesgo antisemita, en un hecho que se conoció como la Semana Trágica.

Vasena era un industrial próspero, propietario de una empresa pujante que empleaba a 2.500 personas y que tenía sus instalaciones en Cochabamba y La Rioja, donde actualmente se encuentra la Plaza Martín Fierro.

A principios de diciembre de 1918, los trabajadores de la firma se declararon en huelga en reclamo de una jornada de ocho horas, suba de salarios y pago de horas extras por trabajo dominical. Aunque el Gobierno del radical Hipólito Yrigoyen se mostró receptivo ante los reclamos, el conflicto en los talleres se prolongó como consecuencia de una intransigente postura patronal, que contrató rompehuelgas con el objetivo de mantener el funcionamiento de la empresa.

Los huelguistas organizaron boicots y piquetes para impedir que los materiales ingresaran al establecimiento, y el 24 de diciembre, se produjeron en la puerta de los talleres serios incidentes con el personal armado que estaba al servicio de Vasena.

El conflicto escaló a una nueva fase y la dirección de la empresa decidió despedir a todos los trabajadores en huelga, que mantuvieron grupos organizados en las inmediaciones de una fábrica que era custodiada por la policía y cuerpos de seguridad.

La policía, una de las fuerzas responsables de la brutal represión a los trabajadores durante la Semana Trágica.

El 7 de enero -la jornada que marcó el inicio de la Semana Trágica- se produjo en las cercanías de las instalaciones de la metalúrgica un intenso tiroteo, cuyo origen no pudo determinarse, y tras el cual cinco obreros terminaron muertos y otros 20 heridos.

Presionado por el gobierno, Vasena se reunió con representantes de los trabajadores y ofreció una jornada de 9 horas y un aumento salarial del 12 por ciento, pero cuando debió rubricar el acuerdo en el Departamento de Policía optó por no presentarse, con el argumento de que muchos de los huelguistas no pertenecían al personal que tenía contratado.

Ante la postura de la empresa, la Sociedad de Resistencia de Metalúrgicos Unidos, la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) -de orientación anarquista- y demás organizaciones de trabajadores se lanzaron a una huelga general el 9 de enero.

Ese día, una multitud acompañó el cortejo fúnebre de los trabajadores muertos en la represión del día 7 por las calles de una Buenos Aires paralizada, enarbolando banderas rojas y negras y entonando consignas libertarias.

A medida que las columnas avanzaban, se repetían incidentes y altercados con disparos de armas de fuego y corridas hasta que los manifestantes llegaron al cementerio de La Chacarita, donde se dio la represión más brutal.

Las cifras oficiales mencionaron que hubo 12 manifestantes muertos, pero la prensa obrera refirió en cambio la existencia de cientos de muertos y heridos, en tanto que entre las fuerzas de la policía no hubo muertos.

A su vez, la Liga Patriótica Argentina, un grupo formado por civiles y militares que apoyaba el accionar policial recorría las calles de Once y Villa Crespo atacando sinagogas, comercios y entidades de la colectividad judía, a quienes sindicaban como autores de un “complot maximalista”.

El 11 de enero, el gobierno alcanzó un acuerdo con parte de la FORA tras ofrecer la libertad de los presos (unos 2.000); aumentos salariales por categorías y reducciones de las jornadas laborales.

Según las estimaciones de los historiadores del movimiento obrero, los incidentes de la Semana Trágica arrojaron un saldo de entre 800 y 1.500 muertos, 5.000 heridos, decenas de miles de prontuarios y ausencia absoluta de sanciones para las fuerzas de seguridad.

(Con información de Télam)