(Texto publicado originalmente en Panamá Revista)
Por Mariano Schuster *
Al parecer, su cara no había aparecido en las analíticas. Al parecer, ese tipo común, de overol y casco, no debía estar ahí. Un hombre real, sin algoritmo.
Puede que se llame Raúl, Andrés, Pedro o Antonio. Pero ahí, en el complejo de viviendas del Plan Procrear de Parque Patricios, era un obrero más. Porque, por estos lados, un obrero siempre es un obrero más. Más problemas que soluciones, más necesidades que posibilidades, más quilombos que salario. Presidente, en cambio, hay uno solo. No es “uno más”: es el único. Y si lo ves pasar por tu cuadra, lo sabés.
Esa era, digamos, la cuadra de los obreros. Pero el presidente pasó. Para la foto. Raúl, Pedro, Andrés, Antonio o “como se llame” dijo: “mah sí, yo me acerco y le hablo”. Sí total, habrá pensado, “esta es mi cuadra”. Así se piensa: “mi cuadra, mi familia, mi barrio, mi país”. “¿Cuántas veces tenemos la oportunidad de ver a uno de estos?” – dijo y se mandó, y seguramente, con más vergüenza que guapeza.
– “Yo soy un laburante, me levanto a las cinco de la mañana y se lo tengo que decir, con respeto, estamos en crisis. Haga algo”
El presidente le puso la mano en el hombro pero el hombre ya lo había dicho todo: Haga algo. El obrero entiende de gobierno. Lo hacemos entre todos – porque es del pueblo- pero primero hágalo usted. Porque yo – Raúl, Andrés, Pedro o Antonio- ya tengo que ocuparme de cosas en casa, porque la nena o el nene cumplen años, porque mi señora anda sin laburo, porque mis responsabilidades son otras. Porque ya me alcanza y me sobra con gobernarme a mí mismo con lo que me falta.
El presidente, entonces, ensaya unas palabras. El gobierno pasado…
Pero no, le agradezco mucho, mil disculpas, vivo hoy. Al día, sabe. Hay una humanidad que vive al día. Y las cuentas llegan mañana. O llegaron hoy. O ayer, y hay que garpar.
– Todos los días a las 5 de la mañana me levanto.Soy un laburante, vivo día a día. Perdón que se lo tengo que decir, con respeto. No me importa el gobierno pasado, ahora es el problema. Haga ahora, yo lo entiendo, pero haga ahora.
La escena es simple: el presidente lo abraza, el hombre sigue. Uno del grupo político dice que estamos cambiando pero él dice que bueno, que entonces que mejor se note porque ya veo…pero a la gente no le cambia. Estamos cayendo, estamos peor. Hagan algo, la concha de mi hermana. Esa también, por el tono, fue con respeto.
¿A usted le importa lo que votó o lo que vota ese obrero? Vota pero vive. Espera de todos lo mismo. Estar hoy – no mañana ni pasado- un poco mejor. Soñar con un viaje a Mar del Plata, con pegar un nuevo laburo, quizás –por qué no- con irse a Miami a comprar chucherías –porque a veces los sueños de los de abajo coinciden (¿está mal?) con las realidades de los de arriba.
Hay cascos de todos los colores. Obreros que votan a Macri, a Cristina, a Lavagna, a Bregman. Cascos distintos. Necesidades comunes. “Hagan algo”. Sin algoritmo. Esto es Argentina.
* Mariano Schuster es poeta, editor de La Vanguardia, columnista del diario La Nación y colaborador en Panamá Revista. Es autor de Música para buenos salvajes (Ediciones El Mono Armado, 2008).