De caras y caretas

Hoy se inaugura la muestra retrospectiva de la artista Liliana Maresca, en el Mamba

Hoy se inaugura en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba) la retrospectiva “Liliana Maresca: El ojo avizor. Obras 1982-1994” acercando a los visitantes un repaso centrado en el carácter social y comunitario de los últimos doce años de producción de una artista emblemática, de las décadas de los ’80 y los ’90 en la Argentina.

Curada por Javier Villa, la muestra se extiende entre la planta baja y el primer piso del museo, desplegando el material reunido durante cuatro años de intensa búsqueda e investigación que incluye objetos, esculturas, videos, acuarelas, fotografías y valioso material de archivo como un diálogo con León Ferrari.

 

Prótesis creadas por la artista, que utilizaba en sus intervenciones corporales

 

Liliana Maresca nació en Buenos Aires en 1951 y murió en 1994, producto de las complicaciones derivadas del virus HIV, poco mas de cuarenta años de intensidad intensidad potenciada por una vida entregada al arte y la experimentación. Para ella el arte y la vida misma, la cotidiana, estaban estrechamente vinculadas, no era posible disociar esos mundos. En una nota hecha por Elisabetta Piqué, su hermano Miguel Angel cuenta que “ella se levantaba y el desayuno se lo servía en una bandeja de plata que teníamos de una abuela austríaca. Se hacía tostaditas, el té, era un rito; la belleza empezaba desde la mañana”.

 

 

En su obra, en su vida, en ella misma, su cuerpo y entorno, todo era político, pero había una ruptura con el arte testimonial: no se trataba de incidir sino de mostrar. Y de intervenir. Su domicilio en San Telmo se convirtió en un galpón de tesoros que vio nacer y pasar artistas, ideas, una época. Porque no era sólo su estudio personal, sino que se convirtió en una fiesta de encuentros que dieron lugar a la discusión sobre el arte y sus consecuencias, que adquirieron distintos caminos, pero que aún reconocen su influencia.

 

 

Según el periodista Diego Rojas, “Maresca intentaba romper con la idea de un artista protegido por un aura, del artista de museo que deja su obra para que sea admirada. Ella misma es la obra y ella misma interactúa con el receptor de esa obra. La comunicación es parte del momento artístico, y para que exista esta comunicación además del artista tiene que existir el receptor de la obra. De esta forma, el artista se garantiza no aislarse de la sociedad, no aislarse de su contexto y no predicar desde un altar de cristal. Maresca predicaba desde el empedrado mismo de las calles de San Telmo y sin pretensión de ser predicadora”.

 

Para mas información, dirigirse a la web: http://www.buenosaires.gob.ar/museoartemoderno/exposiciones