Un estudio multidisciplinario realizado por la Universidad Católica de Chile en pacientes con picazón crónica concluyó que, para ellos, rascarse “puede generar el mismo nivel de placer que tienen los adictos”.El estudio fue presentado por el médico Mauricio Sandoval, en el marco de la 37° Reunión de Dermatólogos Latinoamericanos, que se realizó en el Centro de Exposiciones de Buenos Aires.
Sandoval dirigió un estudio multidisciplinario sobre pacientes con liquen crónico simple, una inflamación de la piel causada por el estrés que genera picazón fuerte en la cabeza, las piernas o el cuello regularmente, y que afecta a una de cada diez personas.
“El estudio nace después de observar que es una patología que se consulta mucho, se le da tratamiento pero luego recae. Son pacientes que llevan años rascándose y por eso nos preguntamos por qué no pueden parar y por qué nadie logra sanarlos”, explicó Sandoval.
Para ellos, el prurito (picazón) es una patología difícil, ya que genera un círculo de prurito que produce el rascado, que genera aún más prurito en una espiral que se agrava con el tiempo por la imposibilidad del paciente de cortar con ese ciclo.
El equipo estuvo formado por dermatólogos, psiquiatras, neurobiólogos, neurólogos y psicólogos que analizaron un grupo de pacientes crónicos en un resonador magnético funcional y a otro grupo de control ‘sano’, y descubrieron las respuestas que se activaban en el cerebro al momento del rascarse.
El médico dijo que los pacientes experimentan una disminución del registro de sus emociones en su consciencia y esto hace que “no se den cuenta que están angustiados o ansiosos y esto puede gatillar sensaciones de picazón en la piel, llevando al rasquido”.
(Con informaciòn de Telam)