Teatro y poesía reconstruyen la historia

La fuerza en las expresiones de una mujer que maneja cierto registro de barbarie o guturalidad o simplemente desahogo, modifica e inventa un espacio terriblemente crudo por momentos y tierno por otros.

Nosotros solo asistimos a una eventualidad que se da en el teatro cada tanto. En esta obra, Perla guaraní, parece que no es la actriz la que ha construido el personaje, sino que el personaje ha tomado definitivamente a la actriz, como una suerte de posesión. Ella, Perla, con su machete en mano, vestida con los harapos que le han tocado, entre la prostitución y la amazona. Con expresiones tan logradas no frena su enfado al recordar el pasado que le fue por encima como un tren inalcanzable.

Perla se sobrevive por su potencia expresiva, por sus fuerzas de animal indomable. Ella entre los montes litoraleños va delirando de un recuerdo al otro, entre retazos de una vida que la castigó sin
muchas explicaciones. Al compás de sus movimientos, está la guitarra de José Pawlin que se mete entre los silencios de Perla para amenizar el fin de un relato visceral y honesto.

La profundidad en lo sensorial hace que estos pequeños cuentos de Perla se muestren en una selva que aparece casi fantástica por momentos. Esta narración nos intercepta y nos mete en la realidad de Perla casi de forma hipnótica. Una actuación superlativa a mi entender.

Siempre efusiva y altanera, masticando un guaraní que se mezcla con otro castellano medio engorroso. Pero todo esto se entiende. No hay nada que no se entienda, ni que deba ser explicado.

Gabriela Pastor es bailarina y actriz. Ha, logrado junto con Fabián Díaz, quien la dirige y la adapta, una alquimia que roza el carácter divino de lo sagrado.

 

Perla creció del lado negro del río. De ese costado marginal. Donde la pobreza no le permitió viajar. Ella quería ser cantante como Ramona Galarza, ella quería mucho más pero la Guerra de la Triple Alianza la condenó a gritar ofuscada entre los montes litoraleños buscando un relato que le de un sentido a su existencia. Creció como pudo cuando un padre la abandonó.

La Paraguaya, puta, terrible, súper consciente, grita y grita monólogos que se encuentran sobre este final que debe tener un pacto con la fatalidad y el olvido.

Por esto ella está poseída. Para traer estas heridas sin cerrar, estas marcas que no se podrían contar sino fuese por la pasión resentida pero hermosa, de su discurso.

En el piso, un cuero de vaca; el mapa de Sudamérica sobre una pared, la guitarra; por la ventana abierta, la noche invita, apabullada por los recuerdos de Perla. Todo tan exuberante. Todo tan fuerte en sus silencios necesarios para entrar en otro delirio.

Perla se construyó en uno de los laboratorios de Ricardo Bartís. Fue acuñada por el Teatro Nacional Cervantes durante un tiempo. Algo nos dice que esta clase de encuentros entre el Teatro y esos personajes que se apoderan del actor en cada pasada puede volver en un tiempo sin problemas.

Lo seguro es que nuestra actriz en cuestión seguirá siendo una Perla para seguir viendo sus destellantes pasos por el teatro argentino.

Autora: Gabriela Pastor / Versión y dirección: Fabián Díaz / Actúan: Gabriela Pastor y José Andrés Pawlin / Músico: José Pawlin / Luces: Omar Possemato / Escenografía y vestuario: Julieta Italiano / Sala: Espacio Polonia (Fitz Roy 1477) / Funciones: jueves, a las 21 / Duración: 45 minutos / Prensa: Simkin y Franco

Teatro Polonia
Dirección: Fitz Roy 1477, C1414CHS CABA
Teléfono: 011 3965-9549