Pero detengamos las intertextualidades para intentar atrapar algo de lo sucedido en esta magnífica obra de teatro actuada de principio a final por la talentosa Vanesa Maja.
En el comienzo no se entiende mucho lo que pasa. Pero Maja desarrolla una serie de gesticulaciones de alguien que parece estar pasando por algo extraño. Primer dato bien puesto. Porque con humor, un humor casi negro, nos pone en ese lugar imprescindible del relato que es la intriga.
De a poco, como una suerte de juegos de cajas chinas la historia se va develando con la intención de introducirnos en un lugar específico con un conflicto angustiante. De lo contrario, si todo hubiese arrancado de aquí no sería lo mismo.
Los ensayos que realiza una y otra vez para no dejar expuesta su tristeza ante su ex pareja reciente y la jueza, rozan un claroscuro emocional que nos enternece por momentos y nos genera una delicada sensación de angustia, por otros.
A medida que la historia avanza todo el dolor de la pérdida sale a la superficie. Cierto humor anestesia este proceso dramático.
Vanesa Maja es una gran actriz. Con cierta ductilidad que poseen solo las flores en primavera nos muestra esa paleta de estados de ánimo que se manifiestan de forma contradictoria en milésimas de segundos.
El punto de inflexión donde la obra deja que la actriz exponga de forma visceral todo su repertorio de resentimientos es llegar al momento de la firma del divorcio.
Pero se plantea así. Y esto quizá sea un elemento narrativo para que los engranajes que dan movimiento al drama suban y bajen estrepitosamente para arrojar al público emociones compartidas.
Claro, es así, también el desarrollo hasta esa firma es el comienzo de afianzar algo tan doloroso como un duelo de un amor y olvidarse de todas las imágenes que construyeron ese hermoso sentimiento de enamorarse.
Cuando ella firma se produce un estado de aceptación nostálgica en la actriz. Vanesa Maja llega hasta este punto de la cornisa sosteniendo un registro frágil y delicado.
Talento y dominio de cierta subjetividad que pendula entre la risa y el espanto producen pequeños destellos de esa inocultable verdad en donde queda en claro que todo esto también es una delicadísima metáfora del amor, también al teatro. Una obra imperdible. Esas cosas que tiene nuestro teatro independiente que nos interpelan como espectadores.
La Dirección de Cecilia Meijide es muy buena. La fotografía, las luces, la escenografía y la música, manejan un grado de sutileza generosa. EL AMOR ES UNA MIERDA parece una obra que apuesta a permanecer unas cuantas temporadas. Después de todo, Vanesa Maja ya lo ha hecho bajo la dirección de Juan Parodi en Rosa Brillando. No veo la razón para que esta vez suceda lo contrario.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Cecilia Meijide
Actúan: Vanesa Maja
Vestuario: Laura Poletti
Escenografía: Laura Poletti
Diseño de luces: Ricardo Sica
Músico En Escena: Paula Meijide
Realización Audiovisual: Javier Cerruti, Florencia Nussbaum
Fotografía: Javier Cerruti, Florencia Nussbaum
Diseño gráfico: Bárbara Delfino
Entrenamiento Coreográfico: Diego Rosental
Asistencia de dirección: Celeste Campos Bona
Prensa: Carolina Alfonso
Producción: Pablo Lopez
Coreografía: Diego Rosental
Dirección: Cecilia Meijide
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