Desde moluscos y gusanos hasta estrellas de mar, esponjas y medusas, en el Mar Argentino se han descrito desde el año 1758 más de 3000 invertebrados marinos, aunque los científicos sospechan que la cifra real de especies que habitan nuestras aguas podría duplicar esa cifra.
Esas son las conclusiones de un trabajo liderado por investigadores del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR), con sede en Puerto Madryn, Chubut, que recopiló una lista de 3.064 especies agrupadas en 1.662 géneros, 808 familias y 23 filos (subdivisión básica del reino animal).
“Debido a la falta de datos, aún no se puede determinar qué porcentaje exacto representan del total de las especies presentes en el Mar Argentino”, afirmó el líder del estudio, Gregorio Bigatti, director del Laboratorio de Reproducción y Biología Integrativa de Invertebrados Marinos (LARBIM) del IBIOMAR, que forma parte del Centro Científico Tecnológico (CCT, CONICET-CENPAT). “Por eso es de suma importancia seguir invirtiendo en conocimiento científico, y en la formación de profesionales especializados en la descripción de nuevas especies para la ciencia”, añadió.
Los filos mejor representados en la lista son los artrópodos (por ejemplo, cangrejos, langostinos y centollas) y los moluscos (por ejemplo, almejas, ostras, calamares y pulpos), que en conjunto contribuyen con poco más de la mitad de las especies descriptas hasta el momento. En cambio, no fueron hallados ejemplares pertenecientes a 6 de los 29 filos de invertebrados, en su mayor parte pequeños gusanos o parásitos: los ciclióforos, los gastrotricos, los gnatostomúlidos, los ortonéctidos, los placozoos y los xenacelomorfos.
Según consigna la revista “Zookeys”, en promedio, se registraron 12 nuevas especies por año durante los últimos dos siglos, aunque hubo “picos” de descubrimientos durante los períodos 1879-1888, 1899-1908 y 1979-1998, algo que los autores atribuyen a expediciones globales, a la consolidación de expertos en taxonomía (clasificación) y al retorno al país de científicos exiliados durante la última dictadura.
Para los investigadores, es “sumamente importante” el cuidado y la conservación de los ecosistemas marinos porque, en la medida que integran las cadenas alimentarias, su alteración “puede afectar a muchos recursos de importancia económica o ecológica”, afirmó Bigatti, quien firmó el trabajo junto a otro colega del CONICET y del LARBIM, Javier Signorelli.
El estudio argentino fue parte del proyecto “Census of Marine Life-NaGISA” que durante 10 años apuntó a reunir información existente sobre la biodiversidad marina en el mundo.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)