Lo hicieron otra vez

Ayer terminó la séptima temporada de Game Of Thrones, una serie para revisar – Alerta Spoiler

Con un final contundente y explosivo, como suele ser ya el término de cada temporada de Game Of Thrones, la serie se despide con algunas novedades previstas, que solo faltaban ser confirmadas por los protagonistas, y algunas imprevistas, para no perder la costumbre. La séptima temporada contó con siete capítulos y que como es sabido, lanzará su octava y última –dicen- recién dentro de un año.

 

 

Cerrando algunas de las historias y acortando las brechas entre los personajes, GOT se plantó ayer para recordar que aún puede seguir sorprendiendo y no caer en los estereotipos esperados para este tipo de producciones, de las que se especula que mientras más duran, peor terminan. Sin embargo, es cierto que ésta fue de las temporadas menos tensas en términos de suspenso y sorpresa, y sí más de resolución y cierre de historias.

Efectivamente vuelve a elevar las expectativas y dejar al espectador con una ansiedad renovada, luego de una temporada en la que el camino estaba cada vez más allanado, y menos intrincado. Lejos quedó la idea de que debíamos prepararnos para lo inesperado, ya que en estos capítulos lo que se desarrolló fue la necesidad de resolver la madeja que se había revuelto más de la cuenta, cerrando ya por fin las roscas entre reinos, el destino de algunos de los personajes periféricos –y otros o tanto- y concentrando la atención entre cuatro ejes, que son los que se vienen: Jon/Danaerys – Desembarco del Rey – Invernalia – El ejército de los muertos.

 

 

Era necesario. Habia que dirigir la trama hacía los puntos que ya no podían ser obviados, y que necesitaban ya, tener anclaje en los personajes. Si bien el capítulo reconfirma y simplemente devela hacia adentro algunas de las internas ya avizoradas por los espectadores, como que el Rey del Norte, Jon Snow es hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark legítimo heredero del Trono de Hierro, también hubo algunas perlitas inesperadas, como la decisión de Crecei a colaborar con la resistencia en relación a la inminencia de la Gran Guerra, cosa que poco después desmiente, frente a un hermano que la abandona porque ya no puede sostener las traiciones, y la predominancia de su ego y odio, incluso por sobre el destino de Westeros.

Jamie Lannister una vez más, lanzado al vacío por la intransigencia y desprecio de Cercei, es de esos personajes en lo que la ambigüedad entre el amor por su hermana y lo el deber moral de hacer lo que “es correcto” lo termina empujando a tomar la decisión de abandonarla para emprender un solitario camino, no se sabe bien a donde.

 

 

El destino de Meñique fue quizá el previsto, aunque sorprendió por la rapidez y quizá deshonra de su desenlace, al quedar completamente expuesto cuando las hermanas Stark desentrañan sus maquiavélicos planes que implicaban poner una de ellas contra la otra, hasta que ambas en su afán de unión y amor logran enfrentarlo y acabar con su vida.

Mientras los reinos logran concretar sus reuniones, el ejército de los muertos comandado por el Rey de la Noche, llega a la gran muralla montando uno de sus dragones “revividos” con el cual logra en pocos –y poco verosímiles- minutos, derribar el bloque ancestral de hielo que separaba al mundo de los salvajes del resto de los reinos. Ya es inminente el avance de los caminantes blancos sobre la tierra media.

 

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