La presencia de psicofármacos, analgésicos, antihipertensivos y otros medicamentos fue confirmada en las principales especies de peces del Río Uruguay, según informaron investigadores de Argentina, Uruguay y España. Y aunque su concentración no entrañaría un riesgo para el consumo humano, pone una señal de alerta sobre su posible impacto en la biota acuática y advierte sobre la necesidad de que los centros urbanos sobre las riveras cuenten con plantas de tratamiento de efluentes cloacales adecuadas para su remoción.
De 17 fármacos analizados en 27 muestras de tejido muscular de sábalos, bogas y dorados recogidos en nueve sitios a lo largo de los 500 kilómetros del río, los investigadores detectaron 16, según revela la revista “Environmental Pollution”.
En más de la mitad de las muestras de músculos de sábalos, bogas y dorados aparecieron dos medicamentos clásicos usados desde hace casi medio siglo: carbamazepina, una droga indicada para controlar crisis epilépticas y el trastorno bipolar; y atenolol, un betabloqueante que se receta para condiciones cardiovasculares, como insuficiencia cardíaca e hipertensión. En el mercado argentino se comercializan siete marcas distintas de carbamazepina y ocho de atenolol. Otros fármacos detectados, aunque en menor proporción de las muestras, incluyen el antidepresivo venlafaxina, el analgésico opiáceo codeína y el diurético hidroclorotiazida.
De acuerdo con los niveles de ingesta diaria admisible (IDA), recomendados internacionalmente, “no existiría actualmente un riesgo para el consumo”. “Pero sabemos aún muy poco sobre los posibles riesgos que tales niveles de acumulación pueden representar para los propios peces”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir el director del estudio, el doctor Pedro Carriquiriborde, del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y del CONICET.
El hallazgo, fruto de la tesis doctoral de la licenciada Macarena Rojo, becaria del CONICET bajo la dirección de Carriquiriborde, también contó contó con la participación Alejandro Dománico, de la Dirección Nacional de Pesca de la Argentina; Rosanna Foti, de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos del Uruguay; y Diana Álvarez-Muñoz, Sara Rodriguez-Mozaz y Damià Barceló, del Instituto Catalán para Investigación del Agua (ICRA), en Girona, España.
“Los fármacos más frecuentes aparecían en sábalos, bogas y dorados, pero otros eran característicos de cada especie”, señaló Carriquiriborde quien también es investigador del CONICET y asesor de la Subcomisión de Pesca de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU).
A lo largo del tramo del Río Uruguay estudiado, existe un número grande de ciudades importantes ubicadas de a pares en una y otra orilla, como Monte Caseros y Bella Unión, Concordia y Salto, Colón y Paysandú, Concepción del Uruguay y Nuevo Berlín, y Gualeguaychú y Fray Bentos. “La mayoría de estos centros urbanos vuelca los efluentes crudos (que llevan heces y orinas contaminados con fármacos) o los someten a un tratamiento básico que suele ser ineficiente para remover los medicamentos por completo”, explicó el científico platense.
En los últimos años se han empezado a construir plantas de tratamiento de aguas residuales en algunos tramos del Uruguay. “Este estudio podrá servir para comparar en el tiempo su eficiencia para reducir la presencia de estos compuestos en el río y su acumulación por los peces”, indicó
(Agencia CYTA)