La crisis climática está lejos de detenerse, advirtieron en la COP25

Según la Organización Meteorológica Mundial, el planeta ya experimenta un aumento de la temperatura promedio 1,1° superior al promedio de la era pre industrial y este siglo podría llegar a los 3° de incremento.

“Estamos a 1,1 ºC por encima de los niveles predindustriales. Los últimos 5 años han sido los más cálidos de la historia”, declaró esta mañana Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, durante la presentación del informe provisional sobre el estado del clima.

Las evidencias científicas siguen mostrando año a año los efectos que la crisis climática está teniendo en el mundo: retroceso de los hielos, subidas del nivel del mar sin precedentes a escala mundial, calentamiento de los océanos, ciclones tropicales más intensos, desertificación, entre otros.

Todos estos cambios han sido a lo largo de las últimas décadas exacerbados por las emisiones de gases de efecto invernadero fruto de la actividad humana y que no dejan de aumentar. Desde los años 80, cada nueva década ha sido más cálida que la anterior y sin duda esta última es la que ha batido todos los récords. Durante estos años se han vivido los periodos más cálidos desde que se tienen registros.

“2016 fue el año más cálido y el calentamiento no ha dejado de aumentar”, ha asegurado Taalas. El episodio de El Niño de intensidad excepcional que se produjo ese año hace que se mantenga en el top1. Le sigue 2019, que a falta de un mes para que finalice, apunta a ser el segundo año más cálido desde que se tienen registros.

El aumento de las temperaturas, que en 2019 ya ha alcanzado 1,1 ºC respecto a los niveles preindustriales, viene ligado al aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera. En 2018 ha alcanzado su máximo histórico de 407,8 partes por millón, según los últimos informes científicos. En 2019, aunque no se tienen datos definitivos, todo indica que las emisiones no dejaron de aumentar, no solo las de CO2, sino también las de metano y óxido nitroso.

“Si no adoptamos medidas urgentes para combatir el cambio climático ahora, todo apunta a un aumento de la temperatura de más de 3 °C de aquí a finales de siglo, y sus consecuencias para el bienestar de la humanidad serán todavía más perjudiciales”, afirmó Taalas. “Estamos muy lejos de cumplir el objetivo del Acuerdo de París”, ha añadido.

Aunque el secretario general de la OMM manifestó en rueda de prensa no haber razón de ser totalmente pesimistas, los impactos de la emergencia climática ya son palpables en diferentes regiones del mundo. “Los efectos del cambio climático se manifiestan a diario en forma de fenómenos meteorológicos extremos y anómalos. Y, una vez más en 2019, los riesgos relacionados con el tiempo y el clima tuvieron consecuencias catastróficas”, declaró Taalas.

Los efectos en océanos y polos

El informe constata que, desde 1993, cuando se empezaron a realizar mediciones satelitales, la subida del nivel del mar se ha acelerado a causa de la fusión de los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida.

El océano hace las veces de amortiguador al absorber calor y dióxido de carbono, pero ello acarrea graves consecuencias. El calor acumulado en las aguas oceánicas ha alcanzado niveles sin precedentes y se han producido olas de calor marinas generalizadas.

En lo que llevamos de 2019, los océanos han registrado, de media, cerca de un mes y medio de temperaturas inusualmente cálidas. En las zonas oceánicas afectadas por olas de calor marinas, un 38 por ciento de esos fenómenos se clasificaron como fuertes y un 28 por ciento como moderados. En grandes zonas del Pacífico nororiental se produjo una ola de calor marina clasificada como severa.

Por otra parte, la acidez del agua del mar ha aumentado un 26 por ciento desde el inicio de la era industrial. Como resultado, ecosistemas marinos de vital importancia se están degradando.

A esto se suma la constante pérdida de hielo marino en el Ártico que se confirmó en 2019. La extensión media mensual de septiembre (que acostumbra a ser el mes del año que registra la menor extensión) fue la tercera más baja de la que se tienen datos, y la extensión mínima diaria igualó el segundo registro más bajo.

Hasta 2016, la extensión de hielo marino en la Antártida había experimentado un pequeño incremento a largo plazo. Sin embargo, a finales de 2016, esa tendencia se revirtió con una repentina reducción que dejó la extensión de hielo marino en valores mínimos extremos. Desde entonces, se ha mantenido en niveles relativamente bajos.

En Groenlandia, el balance de masa de hielo total del manto de hielo indica una pérdida neta de 329 gigatoneladas (Gt) durante el período de septiembre de 2018 a agosto de 2019. Según los datos satelitales, se perdieron 260 Gt de hielo cada año entre 2002 y 2016.

Los impactos más severos de la crisis climática

El informe hace especial hincapié las consecuencias más graves que han podido experimentarse a lo largo de este año 2019. Sequía, olas de calor, ciclones e incendios encabezan esta lista de catástrofes atmosféricas.

“Las olas de calor y las inundaciones que solían producirse una vez cada 100 años son cada vez más frecuentes. Los efectos de ciclones tropicales de una intensidad devastadora se sintieron en países desde Bahamas hasta el Japón, pasando por Mozambique, y los incendios forestales arrasaron grandes zonas del Ártico y Australia”, recalcó Taalas.

Además de las fuertes precipitaciones en la parte central de EE UU, la zona septentrional de Canadá, el norte de Rusia y Asia suroccidental, también se dieron condiciones muy lluviosas en partes de América del Sur. Las inundaciones fueron graves en el norte de la Argentina, Uruguay y el sur de Brasil. Las inundaciones afectaron también a la República Islámica de Irán. En octubre y principios de noviembre, graves inundaciones asolaron muchas zonas de África Oriental que, hasta ese momento, habían estado castigadas por la sequía.

El estrés hídrico impactó en Indonesia y los países vecinos, así como también en partes de la cuenca del Mekong. La sequía que asoló partes de Australia se intensificó en 2019. Este fenómeno se hizo notar también en muchas partes de América Central. En el centro de Chile también se vivió un año excepcionalmente seco, y en Santiago, los acumulados de precipitación desde principios de año hasta el 20 de noviembre se limitaron a 82 mm, una cifra inferior al 25 % de la media a largo plazo.

Europa sufrió este año dos importantes olas de calor. El 28 de junio se estableció en Francia un nuevo récord nacional de temperatura máxima de 46,0 °C (1,9 °C por encima del máximo anterior). También se batieron récords nacionales en Alemania (42,6 °C), los Países Bajos (40,7 °C), Bélgica (41,8 °C), Luxemburgo (40,8 °C) y el Reino Unido (38,7 °C), y el calor también se extendió hasta los países nórdicos. En Helsinki, por ejemplo, se registró la temperatura más alta desde que comenzaron los registros en la capital (33,2 °C el 28 de julio).

El calor produjo una temporada de incendios que superó los registros medios en diversas regiones de latitudes altas, en particular, en Siberia y Alaska, y también se declararon incendios en algunas partes del Ártico en las que, en el pasado, ello había sido sumamente atípico.

A esto se une la temporada de ciclones que a escala mundial ha estado por encima de la media. Hasta la fecha, en el hemisferio norte se produjeron 66 ciclones tropicales, lo que contrasta con el promedio de 56 que suelen formarse hasta esta época del año. Uno de los ciclones tropicales más intensos del año fue Dorian, que tocó tierra como huracán de categoría 5 en Bahamas.

La salud de las personas también en riesgo

El informe dedica una parte importante a los impactos que los fenómenos meteorológicos y climáticos tienen en la salud de las personas, la seguridad alimentaria, las migraciones, los ecosistemas y la vida marina.

Las condiciones de calor extremo afectan cada vez más a la salud de las personas y a los sistemas sanitarios. En 2018, la cantidad de personas vulnerables de más 65 años expuestas a olas de calor aumentó en 220 millones con respecto a la media del período de referencia comprendido entre 1986 y 2005.

La variabilidad del clima y los fenómenos meteorológicos extremos son algunos de los principales factores que explican el reciente aumento del hambre en el mundo. En 2018 la padecieron más de 820 millones de personas. En 26 de los 33 países afectados por crisis alimentarias en 2018, la variabilidad del clima y los fenómenos meteorológicos extremos agravaron la situación.

Entre enero y junio de 2019, se registraron más de diez millones de nuevos desplazamientos internos, y siete millones se produjeron por fenómenos peligrosos, como el ciclón Idai en el sureste de África, el ciclón Fani en Asia Meridional, el huracán Dorian en el Caribe y las inundaciones en la República Islámica del Irán, Filipinas y Etiopía.

(Agencia SINC)