La semana pasada, los bailarines de la Ópera nacional de París realizaron uno de las protestas más espectaculares que se haya visto: interpretaron “El lago de los cisnes” en plena calle, de manera gratuita. La razón para esta manifestación, que se enmarca dentro de un paro histórico, hay que buscarla en el rechazo que genera la reforma jubilatoria que impulsa el gobierno de Emmanuel Macron y que modificaría un régimen especial para los integrantes de la institución.
La huelga comenzó el 5 de diciembre y afecta tanto a la Ópera de París como al teatro de la Comédie-Française. Y si bien esta no es la primera vez que hay una medida de fuerza en la institución, no hay antecedentes de un paro que se haya extendido por tres semanas, algo que obligó a la suspensión de 63 espectáculos y ocasionó más de 12 millones de euros en pérdidas. “Se trata del paro más largo y con los daños más graves de los últimos 30 años”, señaló la ópera, de 350 años de antigüedad, a la agencia AFP.
Los bailarines de la ópera son los únicos trabajadores en Francia que pueden jubilarse a los 42 años, un beneficio otorgado por el rey Luis XIV (1638-1715), algo que Macron busca cambiar. Pero además, los integrantes del ballet ya adelantaron que rechazan que loa medida recaiga sobre los nuevos bailarines que sean contratados a partir del 1 de enero de este año, como ofreció el gobierno francés, en un intento por destrabar el conflicto.
La próxima función de la ópera está prevista para el próximo 11 de enero. El espectáculo a representar será “el Barbero de Sevilla”, y los preparativos para el estreno siguen su curso normal, aunque el Ministerio de Cultura francés aclaró que “las discusiones entre la gerencia y los representantes del personal continúan”.
En caso de que las funciones vuelvan a su cauce, igualmente el futuro de la ópera podría verse afectado por los efectos de la huelga actual, en particular, por la nula recaudación de fondos que estaba prevista antes de la medida de fuerza. “Esto hipotecará las inversiones para las temporadas futuras, especialmente para las obras ya previstas. Habrá repercusiones financieras en el funcionamiento y en los presupuestos”, indicó la institución.
Claro que la ópera de París tiene un importante historial de paros, medidas de fuerza originadas por “demandas salariales, de categoría, de convenio colectivo o de organización laboral”. Protestas similares se dieron en 1970, aunque por parte del personal técnico; en 1984, cuando los bailarines reclamaron por una negociación colectiva; en 1998, llevada a cabo la manifestación por los integrantes del coro y en 2007, año que pararon los trabajadores del vestuario y la escenografías.
Según consignó AFP, el Estado francés aporta la mitad de los fondos para la financiación de las jubilaciones de los bailarines de la ópera (14 millones de euros al año para 1.900 afiliados).