El escritor peruano Mario Vargas Llosa es bien conocido por sus obras, pero también porque no es de esos hombres que se guarden sus pensamientos ni esquive las polémicas.
Ahora, Vargas Llosa, ganador del premio Nobel de Literatura en 2010, se encuentra en un duelo con China por la pandemia causada por SARS-Cov-2, el virus que origina la enfermedad COVID19.
Todo se desencadenó con la columna el que el escritor publicó en el diario español El País, en donde suele publicar sus reflexiones. “Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es”, señaló el autor de La ciudad y los perros y La fiesta del Chivo.
“Por lo menos un médico prestigioso, y acaso fueran varios, detectó este virus con mucha anticipación y, en vez de tomar las medidas correspondientes, el Gobierno intentó ocultar la noticia, y silenció esa voz o esas voces sensatas y trató de impedir que la noticia se difundiera, como hacen todas las dictaduras”, apuntó Vargas Llosa en su texto publicado el 14 de marzo pasado, titulado “¿Regreso al Medioevo?”.
“Es bueno que ocurra esto ahora y el mundo se entere de que el verdadero progreso está lisiado siempre que no vaya acompañado de la libertad. ¿Lo entenderán de una vez esos insensatos que creen que el ejemplo de China, es decir, el mercado libre con una dictadura política, es un buen modelo para el tercer mundo? No hay tal cosa: lo ocurrido con el coronavirus debería abrir los ojos de los ciegos”, agregó el escritor peruano.
Pero sus reflexiones no quedaron ahí, porque la embajada china en Perú le respondió a Vargas Llosa, quien también se refirió a “ese virus procedente de China”. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha logrado identificar el origen del COVID-19 hasta el momento”, sostuvieron desde la diplomacia del gigante asiático. También le reclamaron que se abstenga de difundir “opiniones irresponsables y llenas de prejuicios”.
La respuesta de China fue incluso más allá de estas declaraciones a los dichos del escritor y, curiosamente, varias de sus obras desaparecieron de los catálogos online disponibles en China, denunció la activista tibetana Tsering Woeser.