La versión de “Sansón y Dalila”, curiosa “grand ópera” de Camille Saint-Saens con el director cinematográfico argentino Damián Szifrón como regisseur -director de escena- y dirección orquestal de Daniel Barenboim fue golpeada por el público y la crítica en su primera presentación en la Ópera Estatal de Berlín, según publicaron varios medios impresos y digitales alemanes.
La definición de “grand ópera” tiene que ver con que la riesgosa obra del compositor francés Saint-Saens se encuadra en ese subgénero que supone temas históricos con impresionante despliegue tanto orquestal como escenográfico, su estilo recitativo y la inclusión de ballet.
Al salir para el saludo final el director de películas como “Relatos salvajes” y series de televisión como “Hermanos y detectives” y “Los simuladores” fue abucheado por el público que colmaba la sala para este estreno, que se repetirá hoy. Fue Barenboim quien, después de la primera reacción del público convocó nuevamente al cineasta para que juntos forzaran a un aplauso más intenso que eclipsara las reacciones adversas.
Die Taggespiegel dijo acerca de la presentación que “la estética antigua, magnífica y artesanalmente brillante que muchos en la sala no quiere soportar (… ) Lo que los enojados están pasando por alto es que esta noche es coherente en sí misma, porque la música también encaja en el concepto de manera entusiasta”.
La mirada crítica a la puesta de la obra con libreto de Ferdinand Lemmaire a cargo de Szifron, tiene que ver con el poco riesgo que supuso para un director que, proveniente del cine, era de esperar aportara algún riesgo escénico al clasicismo del original.
El diario El País de España, por su parte, también cuestionó el trabajo de Szifrón. “Su propuesta final estrenada el pasado domingo es tan realista –hiperrealista incluso–, tan fiel a su partida de bautismo decimonónica, que no sabemos si agradecerle que no haya caído en el recurso fácil –y casi siempre fallido– de muchos de sus colegas, que dirigen una ópera ajena como si fuera una más de sus películas, o lamentar que, por exceso de modestia, por miedo escénico, por inexperiencia o por falta de recursos suficientes, haya diseñado un espectáculo correcto y muy bien ejecutado, pero poco estimulante y que no aporta nada a la tradición escénica de la ópera”, apuntó el crítico Luis Gago.