“La Trilogía de la Columna Durruti”, del artista interdisciplinario Emilio García Wehbi, es una bella edición en dos volúmenes de los tres textos escritos para las performances de su grupo, estrenadas entre 2015 y 2017, con el agregado de un ensayo de Beatriz Sarlo y el registro fotográfico de aquellas acciones, materiales que dan cuenta de una obra atravesada por “una crítica casi cínica a la idea de familia como núcleo del fascismo”.
Wehbi se desplaza por la geografía de los cruces entre lenguajes escénicos con una potencia tan solidaria con la provocación que resulta difícil permanecer indiferente ante su obra.
La figura del hijo, el padre y de la madre, soberanos del imaginario familiar, signan el tríptico de instalaciones teatrales exhibidas por partes (entre 2015 y 2017) en la Fundación OSDE, pero fue durante una fiesta (durante el Fiba del año anterior) donde la obra encontró su espacio para desplegar su planteo en forma completa.
El volumen 1 contiene esos textos: “Herodes reloaded”, “La chinoise” y “En la caverna de Platón / La cabeza de Medusa”, junto a ilustraciones a cargo de Tamara Caldera.
Los dos libros publicados Ediciones DocumentA/Escénicas y Fundación OSDE dan cuenta de las piezas y su documentación, en un itinerario de lectura capaz de trasladar las marcas de la corporalidad propias de la performance para trascender la materialidad de la escena y devolverla convertida en otra cosa.
En la presentación que se realizará mañana miércoles a las 18 hs, en el Espacio de arte de la Fundación Osde (Suipacha 658, CABA), además del autor y la editora Gabriela Halac, estará la actriz Maricel Álvarez, una de las “brigadistas”, a cargo de algunas lecturas.
Los videos de las performances, más una muestra con los bocetos de trabajo y originales realizados por Caldera, también serán parte del encuentro, que tiene entrada libre y gratuita.
En diálogo con Télam, García Wehbi, quien se describe como un lector “voraz y ávido”, adelantó que hace dos años que trama una novela que ya tiene título y escribirá apenas pueda contar “con al menos un par de meses de exclusividad literaria”.
Compartimos la entrevista realizada por Télam al artista, en la que desarrolla la presentación de mañana en el Espacio OSDE:
¿Cómo decidió publicar los textos sobre performance, una creación tan signada por lo corporal?
Los tres textos, si bien fueron pensados para la escena, tienen a mi entender una voluntad literaria inscripta tanto en la forma -soliloquio o monólogo furioso- como en su estructura tríptica, ya que trabajan cada uno sobre cada integrante del núcleo familiar (padre, madre, hijo). Fueron escritos en tres años distintos, pero tienen una relación intrínseca ya que tematizan, desde una crítica casi cínica, la idea de familia como núcleo del fascismo, es decir de la mutua opresión de los sujetos que conviven en ese núcleo. Esa unidad temática y formal fue la que nos permitió pensar en la posibilidad de una edición. Los cuerpos performáticos devinieron cuerpos literarios.
Los dos volúmenes tienen algo de lo inesperado que excede al registro fotográfico o la presentación del material, como si llevara al lector a perderse en su propio recorrido…
Mis propuestas, tanto escénicas como literarias, en general ponen de relieve la importancia de tener un interlocutor (espectador o lector) activo, que construya obra mientras está viendo o leyendo. Se trata de una idea performativa acerca de las artes en general, en la que el receptor se compromete subjetivamente con lo que que el emisor propone, y pone en acto la comprensión del material utilizando su subjetividad tanto intelectual, como afectiva y sensorial.
¿En su escritura las operaciones literarias se relacionan con los procesos que realiza al dirigir?
No necesariamente, en este caso. Los textos fueron escritos para la actriz Maricel Alvarez: sabiendo sus capacidades como intérprete, la contundencia que tiene para decirlos y su modo de pararse frente al público… hizo que yo me liberara del problema de pensar cómo debían decirse esos textos farragosos e interminables en la escena y solo me limitase a pensar la escritura. Es una bendición contar con una actriz tan dúctil y potente.
¿Cómo dialogan lo fragmentario del primer volumen y la propuesta de lectura total del texto de Sarlo?
Beatriz fue espectadora de las tres performances, con lo cual tenía la perspectiva de cada una y de su aglutinamiento en un solo volumen. Además ella ha sido espectadora insistente de la mayoría de los espectáculos que monté en el país; por lo que es un testigo importante, tanto del devenir histórico de mi estética como también una interlocutora válida para pensar los contenidos y formas de mi trabajo. De ese modo, era casi una invitación cantada la que le hice a Beatriz a escribir un breve ensayo acerca de la propuesta, que ella aceptó con gusto pero también como un desafío.
¿La edición de los procesos de construcción performática implica otra forma de dramaturgia?
Claro. Una vez que la palabra interactúa con la escena (cuerpo, sonido, movimiento, iluminación, música, etc.) deviene un engranaje más de la maquinaria performativa. Si bien la palabra es vectora, su relación con los elementos restantes de la escena conforma lo que se llama “texto de escena”.
¿Lo tienta la novela como género?
Hace dos años que tengo en carpeta bocetos y notas para la construcción de una novela que ya tiene título (“Maratonista ciego”), y que espero poder sentarme a escribir cuando cuente con al menos un par de meses de exclusividad literaria.