Como en casi todos los aspectos de la vida, puede verse el vaso medio lleno o medio vacío. En el caso de Alejandro Cappelletti, al frente de la dirección ejecutiva del Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA) desde hace seis meses, prefiere ver la parte buena de las cosas, ante la consulta sobre su llegada a este cargo en un año en el que los indicadores económicos, por ahora, no acompañan en la mayoría de los rubros.
Se sabe, empezar un nuevo trabajo no es cosa sencilla para nadie, pero Cappelletti, licenciado en Gestión e Historia de las Artes, ya puede enumerar algunas satisfacciones. “Logramos una donación del Banco Ciudad que nos viene muy bien para construir mobiliarios de sala, y presentamos al mecenazgo un proyecto para imprimir el primer catálogo de la colección del museo. Nos gustaría que hubiera un volumen en el que pudieras rápidamente hojear y encontrarte con las 300 obras que conforman esta colección”, dice Cappelletti, en una recorrida por el MACBA, mientras un equipo de técnicos fotografía algunas de las pinturas del museo para incorporarlas a la plataforma Google Arts.
El museo, mientras tanto, exhibe la muestra “Vértigo”, un conjunto de obras de su colección, de artistas latinoamericanas en diálogo con distintas tendencias propias del arte abstracto, corriente en el que el museo se especializa. También puede visitarse la exhibición individual “yes not”, de la artista francesa Elodie Seguin, con obras site specific ubicadas en las salas -1 y -2.
Sin embargo, lograr un equilibrio económico hoy parece ser un desafío en muchas actividades y la cultura lejos está de ser la excepción. Hacia allí apunta una parte importante del trabajo de Cappelletti hoy.
“Básicamente el pedido de Aldo (Rubino, presidente del museo) tuvo que ver con trabajar el tema institucional -cuenta el director ejecutivo-. El museo tiene ya 7 años, con lo cual tiene sus áreas definidas, vinculaciones y una actividad interna, pero había que consolidar cierta cosa de formato institucional. Entonces me pidió trabajar ese tema y como objetivo de gestión me encomendó un tema de recursos económicos, es decir, conseguir fondos para el museo, principalmente a través de la creación de una asociación amigos, que el MACBA no la tuvo nunca. Es complejo, porque es una ONG con personería jurídica, entonces hay que conseguir personas que estén con voluntad de afrontar esas vicisitudes legales y técnicas y que además tengan disponibilidad para darle recursos a la institución. No es muy fácil así que estamos trabajando en ese tema, buscando socios, entrevistando gente, y también viendo empresas e instituciones que pudieran esponsorear al museo en actividades que se hagan”.
-¿El dinero en efectivo que entra por entradas es ínfimo?
-No diría que es ínfimo. Es un muy lindo recurso, porque es propio, como el de cursos, talleres y venta de algunos libros que ha editado el museo o que están relacionados con su colección. Pero es un recurso que no lo podés predecir, muy inestable, que va y viene, y que es pequeño, sí, en relación al gasto total. Siempre hay niveles en donde quizá ese recurso puede estar más cerca del total del gasto, aunque nosotros no estamos muy cerca de ese total.
-Un museo hoy entonces no puede pensar solamente en la muestra, tiene que diversificarse.
-Tiene que hacer muchas cosas, la muestra es lo básico con lo que un museo comienza a trabajar, que puede ser de su colección o de algo que venga de afuera, pero es de ahí para arriba. Incluso en una muestra tienen que pasar cosas, sino tan solo con los objetos ahí dispuestos medio que no alcanza.
En promedio, tres colegios por día visitan el MACBA, cuenta Cappelletti. Los estudiantes llegan para trabajar sobre el color, la forma y la percepción. En lo que va del año, además, se realizaron tres capacitaciones para docentes como parte del programa educativo del museo. Y la idea, cuenta el director, es sumar más actividades, como una charla de filosofía, otra de historia del arte y otras sobre la muestra de la colección permanente.
Una fuerte novedad, además, es la ampliación del acervo del MACBA: en el primer semestre, diez obras se sumaron a la colección, con trabajos que abarcan desde artistas consagrados hasta jóvenes en pleno desarrollo. Pinturas de Hector García Miranda, Pablo La Padula, Tulio de Sagastizábal, Juan D’Lala, Andrea Fried, Iván Navarro, entre otros, forman parte de las adquisiciones recientes.
En el caso de Navarro, en 2020 habrá una muestra dedicada a la obra del artista chileno. Antes, la segunda parte de este año, podrá verse una exhibición de trabajos de Luis Tomasello y Manuel Espinosa.
-¿Cómo se eligen a los artistas o muestras que va a presentar el museo?
-Es una interacción de cosas, porque necesitamos que la propuesta sea interesante para el museo y que además tenga algún nivel de financiación, para que esa muestra pueda ser posible. Muchas propuestas llegan de mano de los artistas, otras de mano de curadores, que han trabajado o trabajan con el museo o que tienen una muestra que creen que es muy ajustada para este lugar. Trabajamos mucho también con la galería que representa a un artista, que en general tiene buena predisposición para apoyar una muestra que haga un museo sobre ese artista. La de Iván Navarro, por ejemplo, un artista chileno, la están apoyando Templon, de Francia, que envía una obra; la galeria Brito, de Brasil, de Luciana Brito, que envia un video de él. Cuando digo envía es que se hacen cargo del envío y del seguro de la obra. También la galería Revolver, que es la que lo representa en Perú y en Chile, estaría construyendo dos obras de él aquí en la muestra. Entonces es como un compilado de galerías, en la que cada una se hace parte de un todo y gracias a eso se puede armar la propuesta. Estamos pendientes de una reunión con la embajada de Chile para pedir ayuda económica también, pero la ayuda no es dinero en efectivo. Siempre son cosas que necesitás, por ejemplo, un envío de obra, el pasaje del artista. Cuando salimos a buscar recursos en general no es un cheque firmado sino servicios o cosas que necesitamos que se hagan cargo para que ese proyecto pueda llegar a realizarse. Sí en la asociación de amigos lo que necesitamos es dinero en efectivo para poder fortalecer los programas del museo y para proyectar su crecimiento.
-Pasó por el Palais de Glace, el Centro Cultural Recoleta y por el Centro de Arte de la UADE. ¿Es muy distinta la gestión entre estos espacios o hay similitudes?
-En todo lo que sea espacios, llamémosle Recoleta o Palais de Glace, que son públicos, y este museo que es privado, hay grandes similitudes. En lo público también tenés problemas económicos, y en lugar de discutir con el dueño del museo discutís con el ministro o con el secretario, pero siempre hay temas de recursos. Claramente estamos hablando de lugares que tienen un pasado mucho más largo que el que tiene este museo, que son siete años. La diferencia es que esto es una actividad privada, que tenés más posibilidades de buscar acompañamiento también del lado privado y que tenés mucha más libertad para generar las propuestas que la institución quiera generar. En el caso de la UADE es distinto porque es una universidad. El objetivo es completamente otro y ahí el espacio de arte está principalmente focalizado hacia el interior de la universidad, es decir, no era un espacio que tuviera pretensiones de instalarse en la agenda, sino que tenía una finalidad didáctica dentro de la institución.
-Tener al MAMBA tan cerca, ¿ es algo ventajoso, desfavorable o es neutro?
-Se puede interpretar de varias maneras. Hay un concepto que está muy arraigado, que es que cuanto más te juntes entre pares, más se potencia un área. Ese es el motivo por el cual desde La Boca hasta Recoleta casi en una misma calle tenés muchos museos de mucha importancia, como el Decorativo, el Malba, el Bellas Artes, el Palais de Glace. ¿La ciudad se termina ahí? ¿No puede haber un museo en Parque Patricios? Bueno, no lo pusieron, lo pusieron acá. Desde ese lugar está bueno estar juntos. Claro, después hay una cuestión de tamaño, el Museo de Arte Moderno es gigante, entonces desde ahí tenés un desequilibrio muy grande en cuanto a las cosas que podés lograr. Por otro lado hay presupuesto público de aquel lado y presupuesto privado de este. Tenés ese tipo de desbalanceos. Para nosotros de todas maneras el balance es positivo, porque se genera una relación, una continuidad, una contraposición en el diálogo.
-¿A qué público apunta el MACBA?
-Nos gustaría, como a todos los museos, apuntar al público joven y lograr que el público joven apunte a nosotros. Eso lo logramos en alguna medida, que no es en la que querríamos lograrlo, pero este museo tiene una presencia muy activa en las redes, y a partir de ahí tenemos llegada a una cantidad de público joven. Tenemos muchas visitas de extranjeros en este museo, seguramente porque se corre la voz de que vale la pena visitarlo y porque aparecemos en las guías donde la gente consulta qué visitar cuando está en Buenos Aires, por estar en San Telmo, que es un destino natural del turista. También el museo está relacionado con el barrio. Una preocupación de parte nuestra es organizar programas que tengan que ver con lo comunitario. Eso es algo que se construye, pero está en nuestro objetivo ir trabajando más en ese tipo de propuestas.
-¿Las muestras pueden pensarse en función del éxito o la cantidad de público que vaya a acercarse a verla?
-La muestra responde al interés de la institución. Este museo tiene la característica de tener una colección organizada a partir de la abstracción geométrica, con lo cual ese es un núcleo muy importante. Si bien sus muestras no están limitadas a eso, muchas tienen que ver con eso. Entonces ahí hay un interés muy fuerte y esa muestra se hace sin pensar si va a ser un éxito de público o no. Por ejemplo, la muestra de Iván Navarro es una muestra que va a ser muy interesante y seguramente va a ser un éxito de público, por el tipo de propuesta que él trabaja. Pero hay otras muestras que podrían ser más de nicho y sin embargo el museo las programa igual, porque tiene que ver con los intereses del museo, que básicamente es que su propio apasionamiento por la abstracción geométrica sea contagiosa y llegue a más gente.
-¿Transmitir la pasión por la propuesta del museo es uno de los objetivos que hoy tiene que tener un museo?
-Sí, absolutamente. Las metas de un museo son educativas, no en el sentido de un colegio, sino que es una educación que está por fuera de los formatos académicos, que los puede atravesar, pero que no es eso. Es lo que se llama educación no formal o no reglamentada, términos que no me gustan mucho porque es educación de alguna manera, en otro formato. Tenés múltiples formas de lograrlo, como son la muestra, el curso, el taller, la visita comentada, o la visita a partir de que tengas una experiencia en el museo, las actividades de extensión, cantidad de cosas que podés englobar en qué hacer en el museo para relacionarte con el público. Esa es la metodología, después lograrlo depende del convencimiento que tengas de lo que estás haciendo y que tengas la capacidad de transmitirlo. Por supuesto que al otro siempre puede no interesarle con toda legitimidad, pero en general los planteos perceptivos tienen muy buena aceptación. No tenés que saber algo para venir y disfrutarlo. Si ves una pintura religiosa te puede interesar o no, pero claramente si no sabés la historia que hay detrás el interés difícilmente vaya a ser mucho. Lo mismo con una pintura de historia o con estas pinturas donde hay narraciones. En cambio para ver abstracción geométrica necesitas traer los anteojos, si usás, no necesitás mucho más. A partir de ahí es que pueden empezar las interacciones. Es un planteo mucho más básico, en el sentido de inicial. Cuando empezás a escribir empezás haciendo palotes, no haciendo letras mayúsculas. Y lo geométrico de alguna manera tiene esta cosa fundamental.
-Tiene también una formación en historia del arte. ¿Qué importancia tenemos que darle?
-Para mi es básica, es fundamental. Es decir, sin esa historia del arte no podríamos construir y sostener un relato, porque estaríamos no viendo el bosque entero, estaríamos viendo solo el árbol. El desafío es que la historia sea el punto de partida y no el punto de llegada, porque sino hacés un reduccionismo muy muy grande de la situación. Me interesa la historia del arte como punto de partida para empezar a desarrollar miradas críticas, estrategias nuevas y no para llegar como si llegaras a un lugar en donde te van a contar la verdad de algo. Porque la historia del arte es una creación, está inventada en muchos momentos distintos de la historia por distintas personas, con distintas intencionalidades, entonces siempre hay que partir de ahí, y nunca hay que quedarse ahí. En este momento muchos museos de los más grandes del mundo vienen justamente reorganizando la presentación de sus colecciones rompiendo con las lineamientos de la historia del arte, porque justamente está buenísimo que sea el punto de partida, no el punto de llegada.