Brasil amaneció en estado de conmoción política por la ejecución en el centro de Río de Janeiro con cuatro disparos en la cabeza de la concejal opositora Marielle Franco, una dirigente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) que denunciaba la violencia de la policía en las favelas.
Al menos ocho manifestaciones fueron convocadas en ocho ciudades de Brasil para repudiar el homicidio contra esta dirigente nacida en una favela, socióloga, dirigente afrodescendiente y la quinta concejal más votada en las elecciones municipales de 2016.
En un comunicado, el Palacio del Planalto, sede de gobierno, informó que la administración de Michel Temer “acompañará toda la investigación del asesinato de la concejal y de su chofer que la acompañaba en la noche del miércoles en Río de Janeiro”.
“Vamos a encontrar y sancionar a los responsables de este bárbaro crimen; por el tiempo que sea necesario y al costo que sea necesario, pero vamos a hacer justicia a la concejal caída”, agregó esta noche el ministro de Seguridad Pública de Brasil, Raúl Jungmann, en conferencia de prensa en Río de Janeiro.
En un comunicado enviado a los medios, el PSOL aseguró que “Mataron a Marielle Franco porque ella representa todo lo que históricamente se niega, se excluye y se violenta en Brasil: mujeres, personas negras, personas LGBT’s, personas de la periferia y personas de la izquierda.