Tras sufrir cacerolazos por tercera noche pidiendo su renuncia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó hoy estar dispuesto a hablar con su par chino, Xi Jingping, para reducir la tensión diplomática con China abierta por uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro, y fustigó las “medidas extremas de los Estados” que actúan a contramano del gobierno federal contra el coronavirus.
Con al menos siete muertos y 621 casos, desde la oposición, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo anoche que la actitud de Bolsonaro “sirve para mostrar que en este momento Brasil no tiene Gobierno” y acusó al Poder Ejecutivo de buscar “mejorar la imagen negativa en lugar de cuidar de la salud del pueblo”.
Brasil aparece fragmentado frente al coronavirus: por un lado, el Gobierno puso en marcha esta semana una auténtica ingeniería legal financiera para ampliar el déficit fiscal, reducir impuestos de cuentapropistas y dar 40 dólares por mes durante tres meses a los trabajadores informales o desocupados.
El gobierno también prohibió la entrada de extranjeros que llegan en vuelos de Asia y Europa pero mantuvo Estados Unidos. Bolsonaro justificó hoy esa excepción, al decir que “no es todo lo grave que se dice la situación norteamericana, es como nuestro caso, no podemos aislarnos del mundo”.
Los estados y municipios hace semanas que siguen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de aislamientos preventivos, distanciamiento social y paralización, dentro de los posible, de las actividades laborales. Río de Janeiro y San Pablo han liderado el cierre de comercios, escuelas y recomendado cuarentena.
A partir de hoy hasta el 5 de abril, en San Pablo, la mayor ciudad de Brasil y Sudamérica, no habrá comercios salvo estaciones de servicio, supermercados, panaderías y farmacias. En tanto, Río de Janeiro expulsó a bañistas de sus playas y ordenó cerrar las fronteras del Estado.
“Es una exageración, parece que fuera otro país”, afirmó Bolsonaro, quien cree que la medida tomada por su rival político, el gobernador Wilson Witzel, también de la ultraderecha, es para contrariar al Gobierno nacional.
En general, la población brasileña se está autoaislando, en el marco de mensajes contradictorios entre municipios y gobernaciones y el poder central de Brasilia.
Hoy el diputado Alexandre Frota, un ex actor porno que era aliado de Bolsonaro y ahora se pasó a la oposición, anunció un nuevo pedido de juicio político contra el mandatario por haber atentado contra la salud pública siendo sospechoso de tener coronavirus y saliendo a manifestar con decenas de personas, el domingo pasado.
Bolsonaro también se ocupó hoy del frente diplomático abierto por su hijo Eduardo, que acusó a China de ocultar la diseminación del virus. “No hay ningún problema con China, dimos vuelta la página”, afirmó Bolsonaro, quien dijo estar dispuesto a llamar a Xi para dar explicaciones.
La embajada de China en Brasil acusó al hijo de Bolsonaro de ser un irresponsable y responder a intereses estadounidenses alineados con el presidente Donald Trump.
El vicepresidente Hamilton Mourao, considerado un puente con Beijing, desautorizó al diputado Bolsonaro, mientras que el canciller Ernesto Araújo fustigó al embajador chino en Brasilia por el tono usado contra el hijo del presidente.
En tanto, el portal de noticias UOl informó que el 60 por ciento de los municipios carece de respiradores adecuados para enfrentar una ola de enfermos de Covid-19 como la que se registra en Italia y España.
Los problemas de Brasil pasan también por las favelas, donde viven 11 millones de personas según datos oficiales, en la mayoría de ellas sin cloacas, problemas de agua potable y falta de acceso al alcohol en gel.
(Télam)