La escritora española Carmen Posadas asegura que su última novela, “La maestra de títeres”, funciona como “una sátira social que va más allá de la frivolidad“. En ella, Posadas repasa la historia reciente de España a través de tres generaciones de mujeres que construyen sus vidas muy vinculadas a la prensa rosa y las redes.
Publicada por Espasa, esta historia “tiene frivolidad y entretenimiento” dice a Télam Posadas. “Hay muchos cameos, figuras del jet-set ibérico y personajes famosos que transitan los mismos escenarios que las protagonistas, pero también hay franquismo y oposición, estereotipos femeninos. Es un fresco de época donde se puede encontrar tanto una sátira, como un retrato psicológico o una crítica social”.
Hija de diplomáticos, Posadas nació en Montevideo en 1953. Para 1965 ya estaba instalada en Madrid con su familia. Posadas confiesa que su ” largo y lacrimógeno diario” obró como el comienzo de su vocación como escritora.
Ahora cuenta con 13 novelas en su haber. Entre ellas se destacan “Pequeñas infamias”, que ganó el Premio Planeta 1998 y “La hija de Cayetana”, donde recupera la historia de la Duquesa de Alba, musa de Goya, además de cuentos infantiles y guiones de TV.
Según Posadas, “La maestra de títeres” es su novela “más madura, la más ambiciosa. Porque intenta retratar los últimos 60 años de historia española: posguerra, transición y presente“.
La autora reconoce que hay mucho de su propia vida en la novela, “sobre todo mi experiencia de cuando me perseguían los fotógrafos, durante los primeros tiempos de mi matrimonio con Mariano“, un economista español. “Pero ya no lo hacen¿sabes?, porque esto es voluntario, lo he visto hacer: llamas por teléfono y avisas que vas a estar en tal sitio. Yo no quise ser carne de paparazzi, la pasaba horrible, aunque a la protagonista de esta novela, Beatriz Calanda, le encanta”
La novela retrata, críticamente, la frivolidad e incluso la desinformación que rodea a grandes personajes mediáticos.
“Un epítome de los valores en la sociedad actual está en los personajes de las revistas del corazón“, afirma Posadas. En ellas “mucha gente sin formación alguna construye un personaje y consigue vivir de eso, contando las cosas más banales: desde cómo se depilan hasta si les salió un grano, cosas increíbles que Internet ha llevado al paroxismo. Lo que me interesaba de Beatriz, esa figura tan pública de la que creemos saber todo en la novela, es mostrar cómo, si empezamos a rascar la cáscara, veremos que nada es cierto. Mostrar cómo el exceso de información desinforma y cómo los mentirosos, hoy, pueden ser más mentirosos que nunca”
La estrecha línea entre vida pública y vida privada está más presente que nunca en la novela.
“El título perfecto de esta novela hubiera sido “Virtudes públicas, vicios privados””, confiesa Posadas. “Porque trata un poco de eso, de estar todo el tiempo en el escaparate y qué se decide mostrar y qué no. El otro día entré en el blog de una persona que tenía cuatro millones de visitantes y lo que contaba era cómo hacer el café con leche a la mañana. Me parece que el ser humano es bastante voyeur y a todo el mundo le gusta espiar por la cerradura. Pero además hay una cosa de idolatría con estos personajes, a los que la gente sigue como una novela por entregas”
La autora cuenta como dio sus primeros pasos en la escritura;
“En la vida he hecho todo al revés. Empecé casándome, durante tres o cuatro años me dediqué a ser esposa ideal y madre perfecta. Cuando mis hijas entraron al colegio me pregunté si iba a seguir haciendo tartas de manzanas o qué. Como no había ido a la universidad las posibilidades laborales eran muy aburridas. Hablaba muchos idiomas, eso es cierto, pero ser secretaria internacional tampoco me divertía. Me anoté en un curso de escritura creativa, eran los 80 y no había nada de eso, y presenté un cuento en una editorial donde me encargaron adaptaciones infantiles de la Biblia. Seguí con textos para niños hasta que acepté hacer una novela rosa bajo seudónimo, Elena Miranda, que funcionó muy bien, y ahí perdí el miedo”
Finalmente, la autora rescata el carácter terapéutico de la escritura en su vida. “La verdad es que soy una catástrofe para el resto de la vida, no sé hacer otra cosa y me he ahorrado muchísimo en psicoanálisis gracias a la escritura. Porque es una forma de catarsis muy terapéutica: si me cae mal una persona, la pongo en una novela, la mato y me quedo contenta, me libero”
{Con información de Télam}