Después de semanas de tensión y mensajes de guerra, Corea del Norte parece haberle puesto una pausa a la escalada belicista que había iniciado con Estados Unidos y Donald Trump, siempre dispuesto a la confrontación.
La meseta en el conflicto llegó después de la intervención internacional: China, por un lado, reclamó el fin de las “provocaciones”, y una postura similar tuvieron Rusia y Corea del Sur. De esta forma, el régimen norcoreano decidió suspender el lanzamiento de cuatro misiles al océano Pacífico, como tenía previsto para los próximos días.
Según había manifestado la administración de Kim Jong-un, la intención era probar su armamento en las aguas cercanas a la isla de Guam, en donde Estados Unidos posee una base militar. Ahora, sus habitantes, más allá de los integrantes de las fuerzas armadas, podrán pasar sus horas con un poco más de alivio. Los analistas internacionales, sin embargo, advierten que Corea del Norte solo anunció la suspensión de su plan. De ninguna manera, hasta ahora, el país comunista se pronunció en contra de dejar de lado sus ensayos.
Según la agencia oficial norcoreana KCNA, el líder norcoreano Kim Jong-un habría optado por observar los movimientos de Estados Unidos, antes de realizar cualquier acción.
Más allá de la actitud tomada por Corea del Norte, en la misma Casa Blanca también se hicieron sentir voces en contra de alimentar el fuego con el régimen norcoreano. El secretario de Estado, Rex Tillerson, ya expresó en distintas oportunidades que su país está dispuesto a abrir canales de diálogo.
Sin embargo, todo puede cambiar en cuestión de horas. Ocurre que Estados Unidos tiene planeado retomar sus ejercicios militares con Corea del Sur. ¿Cómo reaccionará Kim Jong-un a estos movimientos? Nadie lo sabe todavía.