Escritores, académicos, docentes e intelectuales de Argentina, Chile, Perú, Estados Unidos, España, México y Bolivia entre otros países, hicieron pública una carta donde expresaron su “gran preocupación” ante “el vaciamiento” de la filial argentina del Fondo de Cultura Económica, un sello emblemático en el país, tras la renuncia de su director, Horacio González, la semana pasada.
“Con gran preocupación observamos la decisión de la Casa Central del Fondo de Cultura Económica sobre su filial en la Argentina: cancelación de contratos con autores locales, paralización de obras listas para ser publicadas y la pérdida total de la autonomía de la casa en nuestro país”, se lee en la carta publicada en redes sociales y firmada, entre otros, por la socióloga Maristella Svampa y el historiador Emilio Burucúa.
En el documento, titulado “En defensa del Fondo”, los cerca de 300 firmantes afirman “ignorar” las “razones por las que Fondo de Cultura Económica México decidió avanzar en el vaciamiento de la filial”, y estar “seguros” de que “esa decisión no se basa en el conocimiento de la realidad argentina ni en el aporte al catálogo general que hizo la filial en las últimas décadas”.
Alejandro Dujovne, Carlos Altamirano, Dora Barrancos, Pablo Alabarces y Julián López son algunos de los más de 157 escritores e investigadores argentinos que adhirieron a la carta pública que sigue sumando firmas, dirigida al autor mexicano Paco Taibo II, titular de la casa central de esa editorial, en México.
“La vida intelectual y académica argentinas le deben mucho al Fondo -subrayan en esa carta-. Sus traducciones de clásicos y contemporáneos que luego devendrían nuevos clásicos fueron decisivas en el desarrollo de disciplinas sociales y humanas en nuestro país”. Publicar autores latinoamericanos, remarca el documento, “propuso nuevas formas de mirar la región y abrió un diálogo entre países que (el fondo) contribuyó a sostener y fortalecer”.
Los libros de esta editorial, “renovaron y ampliaron perspectivas teóricas y debates. Esta deuda se multiplicó cuando la filial argentina comenzó su trabajo editorial. El catálogo que fue desplegando aportó al conjunto obras y nombres de calidad indiscutible”, agrega.
Esa labor, señalan los firmantes, “fue resultado del trabajo de un equipo altamente profesional. Si para los lectores su logo funciona como recomendación de lectura, para los autores es la posibilidad cierta de que su trabajo derive en un libro excepcionalmente cuidado, circule y sea reconocido dentro y fuera de nuestro país”.
“Como lectores y autores queremos expresar nuestra demanda de que la situación sea rápidamente corregida y se restablezcan las condiciones para que el sello local recupere su dinamismo y su centralidad en el ámbito literario e intelectual”, concluyen.