El cine argentino vive un presente ambivalente: mientras las películas nacionales arrastran gran parte del público a las salas, la producción de las películas atraviesa un momento de incertidumbre que no desentona con la crisis económica del resto de las actividades del país.
Al día de hoy, por citar un ejemplo, de las cinco películas que encabezan el ránking de las más vistas tres son argentinas, según datos del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Hablamos de El Ángel (con 1.119.814 entradas vendidas en siete semanas), Mi obra maestra (con 470.102 tickets, en cinco semanas) y La quietud (40.149 entradas, en una semana). En tanto El amor menos pensado, protagonizada por Ricardo Darín y Mercedes Morán, se ubica en el puesto seis, según el organismo oficial de cinematografía, y fue vista por 702.189 espectadores a lo largo de seis semanas.
Sin embargo, la concurrencia a las salas de cine a ver cine nacional no sirve para trazar un diagnóstico más amplio del estado de la industria local. Una alerta la dio hace algunas semanas el senador y cineasta Fernando “Pino” Solanas, en la 66° entrega de los premios Cóndor de Plata.
“Después de ver la potencia que tiene la creatividad del cine argentino que insiste frente a todas las dificultades, no puedo dejar de expresar mi honda preocupación y reclamo a la conducción del Instituto. El Instituto tiene que cumplir con la Ley de Cine, no puede tomar fondos y colocarlos en plazo fijo cuando hay películas paradas y productores esperando recibir lo que les corresponde”, expresó Solanas. Y agregó: “Estoy muy preocupado que lo se que privilegia son las grandes producciones”.
Desde la Asociación Argentina de Actores (AAA), cuya titular es Alejadra Darín, reconocieron el difícil momento que atraviesa el cine argentino. “Desde la AAA creemos que la crisis está dada a partir de varios factores que impactan de forma significativa en la realización de películas, y aunque año tras año aumenta el número de películas rodadas, creemos que el mayor problema esta centrado en la incontrolable inflación que existe en el país, la falta de previsibilidad respecto de todos los gastos que implican llevar adelante el rodaje de una película”, explican a Diario Vivo.
Desde la asociación sindical remarcaron que la situación económica afecta a la filmación misma y a los requerimientos de producción de los films. “Esta crisis económica por la que está pasando nuestro país hace que la industria del cine se vea afectada de tal forma que para poder cumplir con todas las responsabilidades los productores se vean obligados a rodar las películas en menos semanas y que realicen producciones con menos cantidad de personajes; todo esto, se traduce a menos fuentes de trabajo para actores y técnicos y por ende (en algunos casos), menor calidad artística en las mismas”, agregan desde la AAA.
Los documentalistas, al frente de las protestas
El documentalismo argentino tiene una larga historia combativa en nuestro país, y estos tiempos no son una excepción. Desde la organización Documentalistas de Argentina (DOCA), apuntan, por un lado, a los fondos que el INCAA, denuncian, retiene y no destina a los realizadores.
“Ya el año pasado subejecutaron 800 millones y este año todo apunta a que van a volver a subejecutar. Y en eso cae no solo el documental, sino todo el cine argentino y sobre todo el cine independiente y el cine digamos mediano, en el sentido de aquellas productoras que no están asociadas a grandes empresas mediáticas o multinacionales que sí reciben generosísimos subsidios”, dice a Diario Vivo el director Fernando Krichmar (Seré millones, El camino de Santiago).
Krichmar, representante de los directores en el Consejo asesor del INCAA, destaca el buen momento del género documental en nuestro país, con películas como Piazzolla, los años del tiburón; Ata tu arado a una estrella, de Carmen Guarini, sobre Fernando Birri; o El espanto, de Pablo Aparo y Martín Benchimol, entre otras. “El documentalismo está viviendo un momento sublime”, dice el realizador. Sin embargo, también resalta: “Hay mucha dificultad de los compañeros para cobrar sus cuotas, cuando las películas son aprobadas, mucha dificultad para que nombren los comités que deben seleccionar las películas. A principio de año estuvimos cinco meses sin funcionamiento de los comités”.
“Por supuesto que el INCAA no solo no acompaña sino que trata de obstaculizar todo lo que puede con distintas medidas burocráticas, pidiendo un montón de condicionamientos para que uno se pueda a presentar a hacer las películas”, asegura Krichmar .
Diario Vivo intentó tener una respuesta del INCAA sobre estos temas, pero desde el organismo oficial no se pronunciaron al respecto.
En coincidencia con la AAA, Krichmar también relató las dificultades que surgen ante la aceleración de la inflación, cuya efecto en el cine tiene que ver con la reducción del tiempo de rodaje y disminuir las posibilidades técnicas, entre otros problemas. “Se van haciendo ese tipo de achiques en el presupuesto, no solo corridos por la inflación sino por la espiral de dólar. En menos de un año ya estamos a más de un cien por ciento de aumento de los costos”, afirma el director.
Desde la AAA, en tanto, apuntaron: “Creemos y acompañamos desde el Consejo Asesor que integramos, que es necesario revisar aspectos tales como el aumento de los costos medios que el INCAA otorga para la producción de películas, generar nuevas fuentes de ingreso para financiar las películas y los concursos de Televisión Digital”.