Los menúes de Navidad y de fin de año no suelen ser aliados para la salud. Por eso, no resulta un fenómeno raro que después de las fiestas la balanza indique un nuevo peso (siempre mayor) o caer en una dieta obligada por los síntomas de pesadez.
“En esta época podemos llegar a subir hasta 5 kilos en un lapso breve de tiempo, lo que tampoco es un dato menor”, explica Andrea Miranda, directora médica de la Sociedad Argentina de Estética y Nutrición Integral (SAENI). “Es por eso que la clave está en la planificación. Hay que estar atentos y elegir a conciencia los ingredientes que se ajusten a los gustos y necesidades del conjunto y realizarlos con las técnicas correctas. El menú con opciones para todos es posible”.
Los atracones de comida son el resultado de la pérdida del control al comer, cuando abusamos, con porciones más grandes de lo habitual o comidas altamente calóricas. En esta época de fin de año también abunda el consumo de alcohol, alimentos altos en azúcares, harinas, grasas y sal, lo que tampoco contribuye a una dieta saludable.
“Algunas recomendaciones sencillas para mejorar la alimentación durante las fiestas son: planificar el menú, no saltear comidas para llegar con mucha hambre a la cena, controlar las porciones y evitar repetir , masticar bien y comer despacio” señala Bárbara Rodríguez, licenciada en nutrición del Departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clinicas.
En tanto desde el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), alertan sobre el riesgo cardiovascular asociado a los excesos. En este sentido, Diego Grinfeld, cardioangiólogo intervencionista, vicepresidente del CACI, se refiere particularmente a la ingesta de alcohol: “La bebida es otro de los condicionantes que atentan contra unas fiestas en paz; aquel que conduzca debe tomar ‘cero’ alcohol. Además, la bebida en exceso puede contribuir a ser un desencadenante de episodios cardiovasculares. Para el resto de los comensales, está permitida la ingesta pero siempre con moderación; para ello, recomendamos especialmente que siempre haya agua y variedad de bebidas sin alcohol en la mesa”.
“Otro elemento predisponente es el estrés, muchas veces acumulado durante el año y también exacerbado por las propias celebraciones. Si bien solemos decir que es muy difícil manejarlo, eso en realidad no es del todo cierto: si planificamos nuestras tareas y distribuimos entre varios los quehaceres y las responsabilidades, es mucho más probable que pasemos los festejos más relajados y con menos preocupaciones”, insistió Aníbal Damonte, cardioangiólogo intervencionista, presidente del CACI.
En pocas palabras: cómo pasar las fiestas sin mayores consecuencias
La médica nutricionista Andrea Miranda señala que, en primer lugar, una buena medida es evitar los ayunos y hacer las cuatro comidas para evitar los “atracones”. Asimismo, controlar también el tamaño de las porciones. Y si se va a consumir bebidas alcohólicas, los vinos y espumantes son preferibles (siempre con moderación). “El hielo en la copa puede ayudar a reducir la proporción de alcohol, que es lo que fija grasas”, añade Miranda.