Construyendo historia

Mañana se estrena, en las salas de cine nacional, la película “La obra secreta” de Graciela Taquini, quien homenajea al emblemático arquitecto Le Corbusier

El arte y el pensamiento esclarecedor de Le Corbusier, considerado como uno de los principales exponentes de la arquitectura moderna y uno de los más influyentes del siglo XX, son celebrados por la gestora cultural e investigadora argentina Graciela Taquini en “La obra secreta”, su primera película como cineasta, que tiene a Daniel Hendler como protagonista.

La película, que se estrena el jueves, cuenta con un guión de Andrés Duprat que entrelaza tres relatos: el rescate de la figura del también urbanista y pintor suizo, medio siglo después de su muerte, un recorrido por la casa Curutchet de La Plata, la única obra que diseñó en América Latina, y la influencia que ejerció sobre Elio Montes (Hendler), un ex estudiante de arquitectura que se encarga de las visitas guiadas de esa vivienda.

 

 

“Es una película de producción coral, de la que todos somos autores. Es didáctica pero rompe con la tradición del documental de arte a través de una historia entretenida y cómica”, dijo Taquini.

“Es genial todo lo que Andrés y Gastón Duprat saben y me enseñaron de Le Corbusier y lo que contribuyó Hendler a la construcción de su personaje, dándole un carácter obsesivo”, destacó sobre el equipo que la acompañó en su primera aventura cinematográfica.

“Mi relación con el cine es muy vieja, mi vocación viene desde hace tiempo. Estudié artes en Filosofía y Letras porque no había donde estudiar cine. Descubrí la obra de Jorge Prelorán y me volqué al cine antropológico, pero luego me dediqué al videoarte”, sostuvo en una entrevista con Télam la realizadora, viuda del crítico y director uruguayo Alberto Farina, con quien “hablábamos de cine todo el tiempo”, agregó.

A los 75 años, esta mujer que se autodefine como “una madura artista emergente”, porque empezó su obra recién a los 60, abordó la historia del célebre artista suizo Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mundialmente conocido como Le Corbusier, porque le interesaba “el choque entre la modernidad y la posmodernidad” que se produce en el encuentro entre Montes y el espectro del arquitecto, que llega desde el pasado para visitar la ciudad de La Plata.

 

 

Pionera en la realización y la difusión del videoarte y las tecnologías digitales en la Argentina, ex programadora de cine y video en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Taquini admite que el filme “es una obra de encargo”.

“La iba a dirigir Andrés Duprat pero los productores pensaron en mí porque querían que yo le pusiera una impronta experimental. ‘Sos nuestra Agnés Varda’, bromeaban y me dijeron que me iban a cuidar, por eso acepté”, recordó.

La influencia de Taquini en el filme se nota en algunos recursos propios del videoarte puestos en función de mostrar la presencia imaginaria -casi como si fuera un holograma- del espectro de Le Corbusier (Mario Lombard) recorriendo las calles de La Plata, en donde las imágenes se espejan en simetrías caleidoscópicas y se multiplican en sobreimpresiones, o los suelos se convierten en copas de tilos, uno de los árboles típicos de la capital bonaerense.

Paralelamente, en la Casa Curutchet, la única edificación que diseñó el arquitecto suizo en América Latina (y que fue ejecutada por su colega argentino Amancio Williams), Elio Montes da cuenta de su obsesión por la obra y el pensamiento de Le Corbusier en exhaustivas visitas guiadas que ofrece a través de los espacios despojados de la magnífica vivienda, con su ventana corrida, sus columnas cilíndricas, su terraza jardín y su fachada y planta libres.

 

 

“La arquitectura está más allá de los hechos utilitarios. Es un hecho plástico. (…) La arquitectura es arte en su sentido más elevado, es orden matemático, es teoría pura, armonía completa gracias a la exacta proporción de todas las relaciones: esta es la ‘función’ de la arquitectura”, afirma en off el fantasma de Le Corbusier y seguirá hablando a través de sus textos más adelante, mientras recorre con su cámara fotográfica las diagonales platenses.

En ese sentido, Taquini sostuvo que el arquitecto suizo “fue un artista total y sus obras son obras de arte en sí mismas. Me parecen de una belleza y armonía únicas. Hizo muchas cosas influido por la música. Es un artista que reúne lo arquitectónico y lo plástico, elementos que son línea, color, luz, espacio y escala humana. El hombre, para él, era la medida de todas las cosas”.

Racionalismo, ascetismo, practicidad, nuevas proporciones y medidas en proporción al ser humano, y una concepción práctica y funcional de la arquitectura para aportar a “la alegría de vivir”, son rasgos salientes de la obra y la filosofía de este célebre artista que visitó la Argentina en 1929 por única vez, para participar de una conferencia sobre arquitectura y urbanismo en la ciudad de Buenos Aires.

“El gran arte está hecho con medios sencillos. La historia nos muestra la tendencia del espíritu a lo sencillo. Lo sencillo es el efecto del criterio, de la elección, es el signo del dominio. No se revoluciona revolucionando, se revoluciona solucionando”, dice el espectro de Le Corbusier en otro tramo, cuando decide abandonar sus características lentes de marco redondo, que -en el filme- le permiten ver una dimensión desconocida del mundo.

Taquini, que durante el rodaje fue asistida por Jerónimo Carranza, quien organizó toda la parte técnica del filme, sostuvo que su ópera prima “es muy experimental, como un híbrido entre filme didáctico de arte y arquitectura y la utilización de líneas narrativas especiales y funcionales a cada punto del relato. No creo que haya muchas películas similares en la historia del cine argentino”.

 

TRAILER

 

(Télam)