Hoy se estrena “Carcajadas Salvajes”, la nueva obra que dirige Corina Fiorillo en el teatro Multitabaris Comafi. La comedia, interpretada por Verónica Llinás y Darío Barassi, es una de las promesas dentro de la cartelera comercial: “Somos un trío que nos complementamos súper bien y francamente deseo que sea el primer proyecto de muchos”, comenta en la entrevista con Diario Vivo la primera directora en ganar un ACE de Oro.
– Carcajada Salvaje es una obra escrita por el estadounidense Christopher Durang en 1987, sin embargo el texto resulta actual y argentino ¿Cómo realizás el proceso de adaptación?
– Investigo mucho la vida del autor. Leo todo el material que exista, averiguo sus opiniones, leo reportajes, busco qué implican algunas cosas de su escritura, de esa manera siento que me meto dentro de la piel, de un gusto y un parecer que me permite enfrentar de nuevo las lecturas. Una vez que realicé ese trabajo vuelvo sobre el texto en soledad, ya para este momento leí la obra más de 15 veces, y recién ahí comienzo la adaptación: primero el lenguaje y luego, sin perder la rítmica o la expresividad lingüística que propone el autor, empiezo a acercar el material a nosotros. Es un autor que trabaja con la actualidad, con la vigencia. Carcajada Salvaje tiene ese espíritu dentro de su genética y lo primero que me pregunté fue “¿Qué sucedería ahora con ese espíritu?”. A partir de eso trate de recrear paralelismos, si esto se decía en Estados Unidos con tal personaje durante los 80 ¿Qué sucedería en la argentina actual?.
– Todas los espectáculos que realizaste durante tu carrera son textos de otros escritores ¿Tenés deseos de realizar una obra de tu autoría?
– Tengo deseos pero todavía no es el momento, le tengo tanto respeto al arte de escribir que todavía no me he sentado a hacerlo con libertad. Hay algún coqueteo, algo de insinuar, pero privado. Sé que va a llegar el día en que sea inevitable montar algo de mi autoría pero no es ahora, creo que para escribir hay que formarse y dedicar el tiempo a exclusivamente eso.
– ¿Qué tuviste en cuenta cuando elegiste este proyecto?
– Es una obra que me llega como propuesta a través del productor Sebastián Arcos, quería hacer comedia porque es un género que adoro y cuando me sugiere Carcajada Salvaje lo leí con muchas ganas. En esta obra encontré el humor plasmado en escena, una comedia muy inteligente que se mete con la actualidad. Cuando elijo un proyecto busco que hable de algo que me interese hablar, que me divierta, me conmueva y me desafíe, hacer una adaptación de una comedia es un desafío muy grande porque los remates tienen una rítmica propia y los personajes que generan risa suelen ser distintos. Todavía no estrené y ya me ha dado inmensas satisfacciones, creo que le voy a agradecer este proyecto a Sebastián por mucho tiempo.
– Los personajes de la obra en sus monólogos de humor negro interactúan con el público ¿Consideraste repensar algunos remates que proponía el texto?
– Creo en trabajar los temas, especialmente en el arte, con cero discriminación y juicio. Creo en el humor como medida de reflexión. Me entregué con mucha libertad al trabajo y confió en que así va a ser recibido. Las formas son muy importantes, arriba del escenario hay un amor que nada te puede caer mal, te incita a la risa y la carcajada constante. Es algo que roza con el stand up, son personajes hablando de lo que es enfrentarse al mundo siendo como son ellos, que es un poco como somos todos. Hay mucha identificación en esta obra, te reís mucho de aquello que hacés en la vida y, tanto Verónica Llinás como Darío Barassi, son dos actores rigurosos, profesionales, muy creativos y que proponen todo el tiempo. Somos un trío que nos complementamos súper bien y francamente deseo que sea el primer proyecto de muchos.
– Solés trabajar en todos los circuitos, independiente, oficial y comercial ¿Cuál es para vos la principal diferencia?
-Trabajo de la misma manera en cualquiera de los circuitos. La principal diferencia entre los tres es la producción, en el oficial y comercial te pagan un salario y te resuelven la producción. A esos circuitos llegás con muchos elementos ya hechos, que es el laburo que se realiza previamente con la parte artística, iluminación, escenografía, y cuando inician los ensayos esto ya tiene un recorrido. En el teatro independiente no cobrás durante meses y además tenés que resolver la producción, que es una de las mayores inteligencias que hay que tener. La otra gran diferencia son algunas cuestiones de interés, creo que en el off, y a veces en el oficial, tenés algunas libertades para proponer temáticas que en el comercial no entrarían. Eso es un grave problema que está teniendo nuestro teatro comercial, el público que sustenta el formato tiene una edad elevada y eso termina moviendo una temática o una marea de opinión sobre qué cosas llaman la atención.
– El año pasado llegaste a tener ocho espectáculos en cartel al mismo tiempo ¿Cómo repartís tu tiempo a la hora de iniciar los ensayos y montar la obra?
– Soy bastante buena para administrar tiempo, soy muy ordenada. He llegado a tener tres montajes en simultáneo, uno de tarde, uno de noche, otro de madrugada y usaba las mañanas para dormir. Disfruto mucho del proceso del montaje, es como trabajar con arcilla, ensuciarte las manos o encontrarte en la mirada del otro, me divierto un montón al meterme en una realidad que es el marco que va a contar esta obra. Pero lo que más disfruto es la incertidumbre, el no saber y de golpe encontrarlo. ¡Ay, eso es como saborear un dulce de leche!
– En marzo no solo estrenás Carcajada Salvaje, sino que además se reponen en Timbre 4 Juicio a una Zorra, La Ira de Narciso y Tebas Land ¿Cuál es la diferencia entre un proyecto nuevo y reestrenar una obra?
– Soy muy maternal y creo que las obras son como pequeños hijos. Estrenar es lo nuevo, esa ansiedad de conocerle la cara al bebé: ¿Cómo será? ¿Me sonreirá? ¿Cómo me comunicaré con este bebe? En cambio reestrenar es como cuando vuelven de un viaje, tiene aquello hermoso de mirarlo desde lejos y dejarlo que sea. Pero conocer por primer vez la cara de tu hijo tiene algo inexplicable y maravilloso que solo sucede el día del estreno, y al volver a ver ese espectáculo cuando lo reestrenás se te produce una cosita en el corazón.
– ¿Y con los espectadores tenás una relación similar?
– Sí, mi relación con el público es muy buena. Tengo buen vínculo con muchos espectadores que se acercan y me comentan lo que piensan, creo que es así en general el consumidor de teatro. Siempre contesto todos los mensajes, trato de hacer lo que a mí me hubiera gustado que hicieran cuando yo empecé. Siempre agradecí ese tipo de gestos hasta cuando ni pensaba en dirigir. Intento estar muy atenta al otro, público, actor, asistente, iluminador, boletero. Para mí es una gran familia con diferentes roles, los necesito, necesito sus opiniones, la comunicación, además disfruto mucho de estar.
– Formás parte del colectivo de directores y directoras que recién se está organizando ¿Qué te identifica de este espacio?
– Hay avances en cómo nos vamos a conformar nosotros en un grupo. Lo que más me enriquece e identifica en este espacio de asambleas con directores y directoras es escuchar. Además vivimos en un país con una enorme producción de teatro y el colectivo me permite conocer gente que no conocía, en la asociación hay jovencitos de veinte que hacen cosas maravillosas y disfruto mucho de escucharlos. Me encuentro con ese rol: apoyar en lo que pueda en este camino, escuchar y acompañar.