Es “un espacio cultural que se soñó hace 100 años con el mismo concepto que en 2019 se sigue ofreciendo. Un lugar abierto donde la lengua común es la cultura“. Así lo aseguró a Télam Juan Pablo Marciani, vocero de la emblemática librería porteña.
Este santuario de los libros ubicado en pleno corazón del barrio de Recoleta, fue montado en el reconvertido cine teatro Gran Splendid. Teatro que, a principios de siglo pasado, cambió el paisaje de la ciudad de Buenos Aires.
“Las conversaciones son silenciosas, como en una gran biblioteca. Sin embargo, el espacio es tan cálido y acogedor que el café elevado en la parte de atrás de la sala cavernosa está lleno de clientes“, reseñó el mencionado artículo.
Para Marciani, en tanto, el principal atractivo es el edificio. “Una sala de teatro estilo neoclásico renacentista, disimulada detrás de una vidriera convencional“. Además, cuenta sobre una especie costumbre o rito extendido entre turistas de todas partes. Estos “ingresan a la librería por primera vez con los ojos cerrados. Alentados por la expectativa de la sorpresa“.
“La vidriera sugiere una tienda común. Pero, una vez atravesada la puerta, la gente se encuentra con una librería de tres pisos de características arquitectónicas únicas. Su gran cúpula pintada, los espacios para disfrutar de la lectura sin ninguna necesidad de consumo, un café muy grande y una sala para niños. Todo conservando el estilo original“. Todo ello forma parte del atractivo que el Ateneo Grand Splendid tiene para ofrecer.
La librería fue descrita en la National Geographic como “un sereno templo de libros” que se encuentra “en una bulliciosa calle comercial en el moderno barrio de Recoleta“. Allí “la iluminación es suave, con detalles que muestran lo mejor de la artesanía de principios del siglo XX“.
El edificio se empezó a construir en 1917. Se inauguró dos años después, como iniciativa del empresario austríaco Mordechai David Glücksman quien encargó el diseño a los arquitectos Peró y Torres Armengol, y la construcción al estudio de Pizoney y Falcope.
La espléndida fachada Art Decó, con interior neoclásico renacentista, ha logrado sortear la picota -suerte que no tuvo el cine Capitol, que se encontraba a pocos metros del lugar- y reconvertirse para formar parte del itinerario de turismo cultural porteño a nivel internacional.
{Télam}