Deathbook es una propuesta corta que combina la Sci-fi o ciencia ficción para introducirnos en un mundo virtual donde los cementerios fueron reemplazados por las redes sociales y las apps. Deathbook es el nombre de un sistema virtual que ofrece sesiones virtuales donde las personas pueden interactuar con un actor que conoce y representa a una persona fallecida de manera precisa por una serie de datos almacenados en una nube. En diálogo con Diario Vivo, el director y diseñador escénico Maxi Vecco cuenta: “Es una obra que empecé a escribir hace tiempo y que no había terminado de cerrar. Me faltaba escribir el final, tenía más o menos en la cabeza lo que quería hacer y lo tenía postergado. Los primeros meses de cuarentena tenía que terminar haciendo algo positivo y trascendente y cerré la obra. Un tiempo después, la presenté en el concurso Entornos virtuales del Instituto Nacional del Teatro, la obra salió premiada y fue un impulso para empezar a producirla”.
“Una de mis principales inspiraciones para escribir la obra es la recurrente actividad de posteos que veo en las redes sociales, de pronto personas que perdieron a un ser querido le hablan a través de la red, le escriben, lo recuerdan como si ese muro de la red social fuera equiparable a los nichos del cementerio. En ningún momento, las redes sociales buscaron eso, sino que el ser humano empezó a encontrar ese lugar para suplantar los cementerios, un lugar al que dejó de ir”, agrega el director sobre uno de los disparadores de la obra.
Maxi Vecco es diseñador escénico y director de teatro. En su carrera como diseñador, es creador de múltiples y espectaculares diseños escénicos para el circuito oficial y comercial. El uso de las nuevas tecnologías y las videoproyecciones forman parte de su trabajo. Pensando en los actores, cuenta cómo empezó trabajando sobre Deathbook. “Me contacté con Andrés Passeri porque mientras escribía pensaba en él De hecho, el texto me sonaba imaginariamente en su voz, después se fue sumando Marta y el resto del equipo. El crecimiento del equipo de trabajo fue modular”, dice Vecco.
Las funciones virtuales de Deathbook presentan un formato donde los espectadores pueden participar activamente a través de un chat y en un debate posterior donde se invita a académicos y profesionales de distintas disciplinas a aportar miradas sobre la obra. Durante septiembre, la experiencia contó con la participación de Eial Moldavsky. En cada función se debate sobre un tema distinto. Este viernes contará con la presencia de Ingrid Sarchman, licenciada en comunicación y especialista en tecnología y producciones artísticas.
Diario Vivo: ¿Cómo surgió esta posibilidad y por qué decidiste incorporar esta instancia de debate?
Maxi Vecco: Nos parecía cruel y de una soledad absoluta cortar la catarsis escénica, ese ida y vuelta que se genera con el público en el teatro. Esa soledad puede ser más propia del cine, en cambio, el teatro siempre era caminar unas cuadras, ir a comer una pizza y bajar de a poco de esa experiencia. Con este debate, donde vamos soltándonos de a poco, podemos acercar la experiencia de la obra a esa catarsis escénica. Ensayando, Marta y Andrés y yo nos hacíamos un montón de preguntas, entonces surgió la posibilidad de incorporar a alguien que aportara una mirada filosófica. Marta conocía a Eial Moldavsky porque tenía una amistad con él por una temporada que habían hecho en Mar del Plata. Él hace filosofía en un minuto por Instagram muy cortito y al pie sobre cosas de la vida cotidiana. Nos pareció buenísimo que venga alguien a las funciones a aportar frescura y profundidad. Para octubre, nos pusimos a pensar que era una buena oportunidad para incorporar a personalidades con diversas miradas.
-Todo el equipo técnico está en distintos puntos del país. ¿Cómo se desarrollaron los ensayos?
–Todo el trabajo está realizado de una manera muy casera, con nuestro servicio de internet, con las compus, los cables y teléfonos que teníamos antes de que nos agarre la pandemia. Los ensayos se realizaron de la misma manera en que ahora suceden las relaciones humanas, laborales y personales. Cada uno se conecta desde su cubículo y su intimidad con el resto de los integrantes del equipo a través de Zoom. El asistente de dirección, los actores e incluso el técnico de video de streaming desde Mendoza está realizando todo para que la obra pueda suceder. Coordinamos todo con las herramientas que brinda la tecnología. Integramos varios softwares para producción audiovisual y streaming para conseguir una imagen en vivo. Con nuestras limitaciones, nos mandamos a producir teatro…
-Focalizando en los temas que plantea la obra, hay algunos disparadores en torno al trabajo del actor. Reflexionar sobre este tema, ¿Fue algo que pensaste desde el proyecto inicial o fue algo que surgió por la situación que atraviesa el teatro durante la pandemia?
–Yo venía pensando este proyecto para hacerlo en un espacio de microteatro. Es una obra corta. Y cuando surgió la pandemia, me pregunté cómo sería esta obra de forma online, qué rol tendría el actor en un sistema digital, por qué un sistema necesitaría de un ser humano para poder recrear a una persona fallecida. En momentos tan difíciles para que un actor trabaje dentro de su universo, me parecía interesante mostrarlo poniendo su cuerpo al servicio de este sistema, como si estuviese vendiendo su esencia, sin prejuzgar, para poder subsistir. Esta paradoja es la que plantea la obra. Hay un chiste en la obra donde se habla del actor siendo funcional a un sistema, al igual que un repartidor. Ambos arriesgan sus vidas para seguir manteniendo nuestra comodidad hogareña en equilibrio. También, me interesaba mostrar al actor como una herramienta única para resolver los problemas existenciales de las personas, incluso para ponerlo por encima de la máquina.
-La obra se plantea desde una perspectiva futurista y de ciencia ficción ¿Por qué elegiste la ciencia ficción para abordar esta historia?
–Toda ciencia ficción tiene un planteo sobre el futuro, incluso viajando al pasado, se formula el futuro. Yo siempre estoy pensando en el futuro porque ahí siempre se proyectan los miedos y las angustias. Y me parece que la ciencia ficción existencialista, la literatura y el cine de este género conectan con el futuro y con la memoria de un pasado. Siempre la ciencia ficción es un espejo del pasado y del presente, creo que algo de eso me conecta y me mueve.
-¿Te imaginas cómo sería la puesta de esta obra de modo presencial?
–Las cosas que generó la obra en el equipo de trabajo y en el público fueron muy sorpresivas para todos. Estoy pensando en una precuela o en una secuela de esta historia que orbite sobre la filosofía que plantea Deathbook. Sin lugar a dudas, me pregunto cómo sería la vuelta a los escenarios. Sea esta obra o no con la que pueda retomar mi actividad, Deathbook va a estar presente de alguna manera porque la virtualidad nos abre la puerta a un teatro no tan puro, no tan conservador.
-La obra se desarrolla en modalidad por streaming. Siendo un profesional teatral dedicado a las nuevas tecnologías, ¿Cuál es tu opinión acerca de esta modalidad de teatro virtual?
–Tengo una idea muy racional y lógica sobre esto. Hoy, solo se pueden pensar en modalidades escénicas vía streaming donde el actor, al menos, puede sentirse y estar en un espacio escénico. Cuando empezamos con esta idea de Deathbook, ni siquiera estaba la modalidad de hacer teatro vía streaming en las salas y en los espacios. Todo era predicción absoluta. Ahora, los actores están trabajando en los espacios. Luego, vendrá la habilitación parcial de los teatros, con unos pocos espectadores presenciales y espectadores virtuales completando esa sala. No sé cuántas instancias puede tener esa habilitación. En algún momento cuando se pueda volver a esta mal llamada normalidad y volver a llenar las salas, me parece que los sistemas de streaming van a quedar habilitados como herramientas de expansión. Y para algunos espectáculos, incluso puede ser beneficioso. Pienso en una obra de teatro independiente que logra cierto éxito de espectadores, que por ahí no necesite mudarse a otra sala, puede expandir sus espectadores de manera virtual. Obviamente, no es lo mismo que estar sentado en una butaca