Diego Capusotto, protagonista de “27-El Club de los Malditos”, filme de Nicanor Loreti que se estrena el próximo jueves, es responsable además de un catálogo de personajes televisivos donde exhibe un gran sentido de observación.
La versatilidad y la lucidez completamente actual para estereotipar personajes del sentido común son el Fuerte de Diego Capusotto, que tiene la habilidad para sintetizar en Pomelo, Micky Vainilla, Jesús de Laferrere, Violencia Rivas, Bombita Rodríguez o la Madre Teresa de la UTA, diferentes exponentes de una sociedad caricaturizados hiperbolicamente, generando ironía de la violencia, del fascismo, de la burocracia sindical, entre otras temáticas.
Esa transgresión permanente que a veces, y como él mismo reconoce, deviene bestial, es analizada desde diferentes ángulos y convierte a esos modelos en clásicos, que le han dado posibilidad al actor que su apellido se haya convertido en sinónimo de personajes disparatados: “Parece un personaje de Capusotto”, se dice con frecuencia.
En la televisión, con Pedro Saborido incursionan en un humor transgresor, incluso con el uso de las palabras con doble sentido…
-Diego Capusotto: Hay siempre una previa, una mirada que también es curiosa, cierta sensibilidad sobre lo que nos atraviesa, sobre lo que es y lo que podría ser el estado de las cosas. Me parece que eso está en el programa. Siempre hay algo que se ve más allá de lo que se está mostrando. Hay como un relato, alguien asomado a lo que mostramos.
¿Se puede provocar risa en un momento tan difícil?
-DC: Probablemente sea más sencillo, porque hay una necesidad de gambetear un poco la angustia. Es probable que incluso nosotros hagamos lo que hacemos para alejarnos de la angustia existencial. Que siempre esté presente la política de alguna manera también genera espacio de comedia. La política genera un espacio para la comedia, porque se perdió en el tiempo de que lo político tenía una “construcción seria y racional” y lo que nosotros podemos es distorsionar esa mirada. Ya está todo mezclado y hay una especie de que “todo es todo”. Lo que nosotros hacemos con el humor es más una especie de marcar territorio, una sentencia, qué afrontar la angustia mediante el humor
¿Cómo es esa política que genera “un espacio de comedia”?
-DC: Los escenarios son más dispersos, hay como una dinámica de lo social, casi como un estado de bipolaridad, porque hay una gran teatralidad en la dirigencia y en los escenarios políticos, una teatralidad que es como una manera de mostrar algo que no es pero que distrae, que hace creer que eso “es” lo que está pasando. Una especie de sentencia con una teatralidad que confunde y choca. Lo nuestro, si confunde, nos puede divertir porque somos atorrantes: no está hecho con una finalidad, con táctica política, y no estamos defendiendo negocios y mucho menos negocios millonarios en dólares.
Pero sí una aguda observación de la realidad…
-DC: Nosotros simplemente denunciamos algo, que se están apropiando de cosas. Hoy la apropiación está al orden del día porque es parte de cómo manejan la política los muchachos de ahora. A lo sumo el mostrar eso y otras cosas porque lo nuestro también tiene que ver con el terreno de la soledad, de la pregunta humana frente a lo que lamentablemente la rodea. Tampoco hacemos un programa que necesite de la realidad cotidiana del día a día para desmitificarla, desarmarla, desmantelarla desde lo político. Si esto empezó con la cultura rock es porque es algo que nos ha atravesado, como el peronismo y toda una serie de cosas que han pasado en nuestro territorio como generación. Todo está rescatado de distintas maneras. Tampoco estamos atentos a las cuestiones políticas todo el tiempo, hay momentos en los que no sabemos qué está pasando pero hay otras en las que sí.
(Con información de Télam)